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María Luisa y la Etnoludoteca Nah Báaxal

Los Otros Territorios llega a la casa de esta increíble mujer gracias al contacto que hizo Aldana Bazzoli, otra viajera y brujita, co-creadora junto a La Otra Julia de talleres que abordan de manera original y vivencial la Cosmovisión Maya.
María Luisa vive muy cerquita de Tikal, uno de los destinos turísticos más atractivos de Guatemala. Su casita queda en San José, un pueblito dentro de la zona rural de Petén, a unas dos horas de la isla de Flores.
Campesina, descendientes de mayas, María Luisa es una mujer sencilla cuya vida comenzó a cambiar gracias a un viajero. Escuchaba su historia de vida y pensaba “a veces lxs viajerxs no somos del todo conscientes de lo que generamos simplemente por viajar”
María Luisa se había casado y tuvo dos hijos, Osman y Luisito, sin dudas de los niños mas bellos y sinceros que habitan la tierra.
Ella a pesar de haberse graduado como maestra y tener muchas ganas de trabajar, asumió su rol de “ama de casa”, como es costumbre en su pueblo por respeto a su marido. Ella, siempre fiel a él, lo siguió y apoyó en sus proyectos. Así fue, que unos años cuando sus hijos estaban muy chiquitos todavía, tuvo que ir a vivir a Belice, pues porque su marido podía trabajar allí. A ella no le gustaba, pero de allí se trajo uno de sus mejores dones, el arte de fabricar aceite esencial de coco y de aguacate, de lo cual vive hace ya varios años.

Junto a su marido, una vez ya regresadxs de Belice, comenzaron con su emprendimiento de aceites esenciales. Y junto a él comenzó a recibir “motoqueros” en su casa, viajeros que siempre necesitan un sitio donde pasar la noche.
Sus días transcurrían yendo a la iglesia, criando a sus hijos y acompañando a su marido.
Hasta que un día, por mala jugada de la vida, tuvo un accidente y estuvo un tiempo sin poder caminar. Y estando en esa situación “fue cuando mi marido me dio la puñalada en mi corazón”. Su marido se fue de casa. Sin decir nada. Simplemente se fue. Ella no podía caminar, no tenía trabajo y tenía dos niños pequeños. Tardó un tiempo en comenzar a usar muletas y luego de mucho tiempo más logró caminar sin su ayuda. Por esa experiencia es que ha llamado a sus aceites “Aceites El Milagro”.
María Luisa recibía violencia de distinto tipo de parte de su marido. Maltratos, desprecios, prohibición de trabajar, denigraciones, insultos y hasta empujones. Todo lo cual se acabó cuando él se fue a vivir con otra mujer.
María Luisa se sentía sola y triste. No se atrevía salir de su casa por miedo a verlo, dormía con miedo creyendo que él podía volver en cualquier momento. Durante un tiempo busco amor y apoyo en otra mujer, y no en cualquier mujer, su sostén fue Mamá Julia, si, otra Julia, la mamá de María Luisa, una mujer muy valiente y trabajadora. Mamá Julia estuvo a su lado, cada día y cada noche durante un año entero, hasta que un día le dijo “tu tienes que aprender a estar sola, nada te va a pasar”. Mamá Julia vive a dos casas de casa de María Luisa, no iba a estar muy lejos en caso de que ella realmente la necesitara. Esa primer noche que María Luisa durmió sola, miró al cielo y le dijo a Dios “Señor hoy te pido que me ayudes a trascender este miedo! Yo hoy rompo con este miedo!” Y así fue, ya no siente miedo y duerme en paz. Se atrevió a ir más allá de su propio miedo y de las creencias populares de algunos pueblos.
La historia de María Luisa es la historia de esa innumerable mujer que lucha día a día con sus miedos, con la falsa creencia de que sin un hombre no se puede salir adelante.
María Luisa continuó sola con su trabajo con los aceites.

Un buen día llegó a su casa un motoquero, “esta casa figura en un mapa que se puede venir”. María Luisa amaba recibir viajeros, se divertía, no tenía ni idea de la existencia de es mapa, pero de cualquier manera lo aceptó. Este viajero al conocer la historia le dijo “esta siempre fue una casa de viajeros y lo seguirá siendo” y así la ayudó a crear su perfil de Couchsurfing . Y ese fue el inicio del contacto de María Luisa con otras partes del mundo. Osman y Luisito más que acostumbrados y felices de recibir viajerxs, aunque sí les cuestan mucho las despedidas.

Y como a una cosa siempre le sigue otra, otro buen día, a través de esta aplicación llegó una viajera, que también al conocer la historia de María Luisa quizo colaborar.
María Luisa recuerda que ella le dijo “María Luisa tú tienes que dejar salir la maestra que hay en ti” Y ese fue el empujoncito que María Luisa necesitaba para comenzar con ETNOLUDOTECA NAH BÁAXAL.


La Etnoludoteca es un proyecto que funciona en su casa, donde cada martes María Luisa recibe a lxs niñxs del pueblo para educarlos en valores a través del arte y el juego. Nah Báaxal significa casa de paz y juegos en lengua Maya Itza.
María Luisa lleva más de dos años trabajando en este proyecto. A poco tiempo de empezar, otra viajera argentina la contacta con una ONG “Tierra de Paz”.
Se aclara para quienes busquen a la Etnoludoteca en redes sociales, que su perfil de Facebook fue creado por la mencionada ONG, en el cual cuál María Luisa es sólo administradora, pero que mucho de su contenido fue creación de la ONG, y en el mismo figura que la Etnoludoteca Nah Báaxal es un proyecto que Tierra de Paz desarrolla en Guatemala. La realidad es que el proyecto lo desarrolla María Luisa. Esta ONG ha sido el nexo entre el la Etnoludoteca de María Luisa y voluntarixs que quieran participar en el mismo. A cambio de la experiencia, la promesa de Tierra de Paz fue que lxs voluntarixs lleven materiales didácticos para lxs niñxs. María Luisa está esperándoles con mucha alegría y entusiasmo. Se aclara también que la mencionada ONG no apoya económicamente ni de ninguna otra manera a María Luisa, sólo es un contacto en redes sociales y con voluntarixs. María Luisa se siente inmensamente agradecida de que le envíen voluntarixs y es muy felíz de recibirles, porque así es ella, una mujer que vibra en gratitud. Sabe que cada viajerx tiene un propósito en su viaje y otro específico para su proyecto. Sabe aprender de cada quien lo tiene para enseñar y a recibir de cada quién lo que tiene para dar. Una actitud frente a la vida de la cual hay mucho que aprender.

María Luisa es una mujer que está aprendiendo. Está aprendiendo a vivir sin un hombre al lado, está aprendiendo a ser una maestra diferente, está aprendiendo sobre otros mundos y culturas gracias a los viajerxs que recibe en su casa, está aprendiendo a lidiar con diferentes ONG que quieren ayudarla, está aprendiendo a poner límites a quienes quieren imponer sus intereses sobre sus aceites esenciales.
Si, es cierto, María Luisa necesita un poco de ayuda, pero sabemos como muchas veces sucede, que quienes queremos ayudar, no siempre sabemos escuchar, no siempre sabemos tener paciencia para otros ritmos de aprendizaje, para atender antes otras urgencias, para comprender otras complejidades, otros modos de organización. Son pocas las veces que quienes se acercan a ayudar, y no es que ponga en duda sus buenas intenciones, que preguntan “cómo le vienes haciendo? Cómo lo has logrado? Qué te ha resultado y qué no? Qué crees tú que hace falta”.
María Luisa, como tantas otras mujeres, como tantas organizaciones, necesita ayuda si, pero principalmente necesita se respete y reconozca su saber y lo que ya se ha hecho. No es un diamante en bruto, lleva años puliéndose. María Luisa sobre todo está aprendiendo a organizarse.
Pero María Luisa también está desaprendiendo. Está desaprendiendo lo que escuchó del sistema toda vida, que es una mujer de “escasos recursos”. Escasos recursos? María Luisa es maestra y además está llevando adelante una escuelita rural alternativa. María Luisa tiene una huerta en su casa. María Luisa sabe preparar dos de los productos más deseados de la cosmética natural, aceite de coco y aceite de aguacate. María Luisa sabe preparar tortillas de harina, de hecho le enseño a una de sus vecinas, quién ahora se dedica a venderlas.
Cómo son de injustos los estereotipos… Qué hace que cuando vemos a las miles de María Luisas que hay en el mundo veamos mujeres de escasos recursos? Quizás a estas María Luisas les falte dinero, pero no recursos. Quizás les falte aprender a gestionarlos, pero tratarlas como mujeres de escasos recursos, verlas sólo como víctimas, ubicarlas en el lugar pasivo de meras recipiendarias de la generosidad ajena, no las ayuda, no las visibiliza, y definitivamente no las empodera.
Conviví con ella, su familia y su proyecto durante una semana. Aprendí a hacer aceite esencial de coco, es realmente un arte, un trabajo artesanal que lleva tiempo y paciencia. Desconozco como es el proceso industrializado, pero hacerlo de manera artesanal es realmente muy bonito y divertido. Por supuesto Osman y Luisito también saben hacerlo.

Y resulta que como la Etnoludoteca hizo salir la maestra que llevaba María Luisa dentro, la educadora popular que lleva dentro la Otra Julia también quiso salir a jugar.
Las causalidades del universo hicieron colindar a Cami, clown y educadora social, y a Surya, docente de expresión corporal un martes junto a la Otra Julia en la casa de María Luisa, y por supuesto la magia tuvo su lugar también.
Ese martes, María Luisa muy generosamente prestó su espacio para un Taller de Expresión Corporal para niñxs. El primero en el Etnoludoteca. El mismo lo abordamos desde las herramientas propias de expresión corporal dándole el enfoque de la educación popular, entremezclando y combinado los lenguajes de la danza, la educación y el teatro de lxs oprimidxs. Gratitud y amor son las palabras que mejor reflejan nuestros sentimientos al finalizar.

Lo que sucedió en el taller puede resumirse con las bellas y mágicas palabras de Cami “en la casa de María Luisa había una palapa con algunos dibujitos y artesanías hechas por los niños que muestran la calidez con la que ella trata las creaciones de sus alumnos. Ya habíamos programado las actividades y teníamos dudas sobre cómo iba a ser recibida nuestra propuesta. Felizmente quedaron maravillados todos, los niños participando, los adultos con una sonrisa, felices de ver a sus hijos danzar. Fuimos cambiando algunas actividades en la marcha a medida que veíamos si la recepción era buena o no. Algunos pequeños demoraron un poco más que otros en soltarse, mas todos se unieron a la actividad. Todo fue excelente. Esa actividad nos enseñó muchas cosas. Mientras observábamos el espacio aprendíamos a re valorar nuestros privilegios. Mientras observábamos su reacción aprendíamos que muchas cosas que en algunas culturas se dan por obvias, en otras son completamente desconocidas. Mientras modificábamos sobre la marcha aprendíamos de espontaneidad, trabajo en equipo, escucha a les compañeres y al grupo. Mientras nos preocupaba que saliera todo bien nos ocupaba el aquí y ahora, el compartir, el dejar una huella de amor. Fue entonces cuando una vez más frente a nosotras se daba la magia del intercambio, nosotras dándoles algo de lo que sabemos a través de la danza, y ellos enseñándonos que por más grandes que parezcan las barreras, unidxs y desde el amor, podemos derribarlas y construir grandes cosas, aportar a grandes causas y acompañar a grandes corazones”


Como es sabido todo concluye al fin, y al finalizar el taller también finalizó la estancia de la Otra Julia en casa de María Luisa.
La despedida fue con aplausos y abrazos inmensos de lxs niñxs y por supuesto también de María Luisa.


Espero les haya gustado esta historia y este proyecto.
Les veo en el camino.
#LaOtraJulia
#LosOtrosTerritorios

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