«El mañana que siga será muy otro»

EZLN

Como es sabido el sistema capitalista, es intrínsecamente colonialista y patriarcal y se instala perversamente como única forma de estar en el mundo.
Se presenta como única opción de “desarrollo”, como única alternativa de crecimiento económico, como único modo de producción y como única forma de acceso a bienes, tanto materiales como simbólicos.
De la misma manera impone un modelo de territorio y un único modo posible de vínculos, ya sea sociales, como con la tierra y con todo lo considerado no humano, enalteciendo los modos lógicos, racionales y “masculinos”, negando status a cualquier otra forma de habitar y conocer el mundo.
Al mismo tiempo, en todo el mundo, se alzan numerosas personas y comunidades en resistencia organizándose de distintos modos para la defensa de la tierra, los territorios y todo aquello considerado “común”
Voces que también reivindican otras lógicas y otros modos de producción, atacando las bases mismas de lo que occidente ha denominado históricamente como «desarrollo”
Puede decirse que actualmente existen dos modos antagónicos de estar en el mundo: uno, que reproduce el modelo capitalista, basado en el extractivismo y el despojo, insostenible y enemigo de la vida; y otro articulado en resistencia y como alternativa al anterior, basado en la convivencia armónica con la naturaleza, preservando la vida en cada una de sus manifestaciones y llamado en algunas zonas de América Latina “Buen Vivir”
En nombre de los imperativos del “desarrollo” el neoliberalismo impone su avidez por los recursos naturales (minerales, gas natural, petróleo, agua o la agroindustria) y los territorios pasan a ser considerados tierra, y las poblaciones que en ellos habitan obstáculos.
Actualmente hay una clara tensión entre derechos de la naturaleza y “desarrollo”, ya que los derechos de ésta cuestionan directamente las lógicas sobre las cuales se ha construido el capitalismo.
No todos los pueblos han transitado el mismo camino, no todos los pueblos han aislado a la naturaleza o la han considerado un ámbito apartado, exterior y al servicio del ser humano. Existen otras matrices de tipo relacional basadas en otras visiones que conciben al ser humano en la naturaleza, inmerso y no separado o frente a ella. A estas visiones las acompaña una narrativa político-ambiental que está asociada a conceptos como buen vivir, derechos de la naturaleza, bienes comunes, posdesarrollo, y ética del cuidado, los cuales se apoyan en la defensa de lo común, que aparece hoy como una de las claves en la búsqueda de un nuevo paradigma emancipatorio, en la gramática antagonista de los movimientos sociales, tanto en los países “centrales”, donde la lucha en defensa de lo común es en contra de las políticas de ajuste y privatización (el neoliberalismo) y en contra de la expansión de las energías extremas, como en los países “periféricos”, donde esta lucha se da contra las diferentes y múltiples formas de políticas “desarrollistas” basadas en el despojo y el neoextractivismo.
Estas luchas colectivas por la defensa de la tierra y los territorios tienen una narrativa decolonial, ecologista e indigenista a las cuales se ha sumando en los últimos años la clave feminista. Existe un lenguaje común que articula estas luchas, que es un lenguaje de defensa del territorio y los bienes comunes, un lenguaje de los derechos humanos y un lenguaje de los derechos de la naturaleza o del buen vivir. Un lenguaje que construye una relación diferente entre sociedad y naturaleza, en la cual el ser humano no es comprendido como ente exterior a la naturaleza, sino más bien como parte de ella. Se plantea una comprensión de la realidad humana a través del reconocimiento y cuidado con otrxs y la naturaleza.
Los ecofeminismos explican la relación entre el dominio de un género sobre otro, y del humano sobre la naturaleza. Habría una lógica identitaria, que justifica la devaluación y marginación de aquellos considerados inferiores, la mujer respecto del varón y lo natural respecto de lo humano.
Los aportes de los ecofeminismos recrean un paradigma relacional basado en la reciprocidad, la complementaridad y el cuidado, apuntando a otros modos de apropiación y a otras formas de organización de la vida social. Estos lenguajes construidos desde abajo constituyen los puntos de partida ineludibles en el proceso de construcción de otra convivialidad, de otros modos de habitar la tierra.
Con respecto a las concepciones de territorio, territorialidad, tierra, naturaleza ambiente, y desarrollo se asume que son conceptos en disputa, ya que como explica Maristella Svampa, son conceptos que no sólo aparecen en la narrativa de las organizaciones indígenas y los movimientos socioambientales, sino también en el discurso de las corporaciones, de los planificadores, de los diseñadores de políticas públicas, del poder político, en sus diferentes escalas y niveles. En este mismo sentido se entiende que el territorio es explotado tanto de manera material como simbólica, y que no sólo se despojan la tierra, los recursos naturales y las personas, sino que se despojan también conocimientos y visiones.
En cuanto al concepto de “Buen Vivir”, se tomará en términos generales, como aquella lógica que abandona la idea del “desarrollo” como crecimiento económico ilimitado, y que al mismo tiempo toma la opción por una economía solidaria y sustentable jerarquizando igualitariamente distintas valoraciones de actividades y bienes. Resulta indispensable entender que el conocimiento ancestral es tan exacto como el científico, sólo que no goza de estatus. Esta visión considera que el crecimiento económico debe estar supeditado a la vida, reconociendo los derechos de la naturaleza, lo cual no supone una naturaleza virgen, sino el respeto integral por su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos, la defensa de los sistemas de vida. Se buscará aproximarse a este concepto en base a las experiencias y visiones de los actores sociales involucrados en la defensa de la tierra y los territorios.
Se toman del mismo modo las propuestas de Vandana Shiva.
Uno de los pilares de su pensamiento es la crítica al concepto moderno de desarrollo y de ciencia, que ha traído consigo nefastas consecuencias para Gaia o Pachamama y para todos los seres que la habitan, creando un mundo muerto, infrahumano y artificial, cubierto por los desechos de la naturaleza. En efecto, las ideas modernas de desarrollo y de ciencia se basan en falsos supuestos, como los que esgrimen que “los seres humanos se hallan separados y por encima de la naturaleza” que “la naturaleza es un recurso que puede explotarse para el mercado” o que “las personas sólo son creativas si pueden lucrar con ello”. La destrucción del medio ambiente, la contaminación química y biológica, la pérdida de la diversidad, la destrucción de la supervivencia, del conocimiento como bien común, de los derechos colectivos, de culturas, valores, habilidades, conocimientos y sabiduría ancestrales, de sistemas alimentarios y agrícolas, de la creatividad o la biopiratería, por citar simplemente algunas de las consecuencias de la concepción moderna de desarrollo, no son para Shiva sino claras manifestaciones de violencia, una violencia que se ejerce en ámbitos muy diversos.
En este contexto, cabe preguntarse ¿qué lugares habitamos y cómo los habitamos? ¿Cuál es nuestro horizonte político y económico? ¿Qué oportunidades de participación tenemos? ¿Cuáles son las acciones colectivas que se están llevando adelante? ¿Con qué saberes contamos? ¿Cuáles necesitamos? ¿Qué construimos y qué nos construye día a día? ¿Cuáles son los derechos de nuestra madre tierra? ¿Cómo la defendemos?
Frente a esta coyuntura y convencida de la necesidad de fortalecer lazos comunitarios, de celebrar la vida y de actuar en consecuencia, me propongo llevar adelante este proyecto que encarna mi búsqueda por conocer los “otros territorios”, es decir los disidentes, los subalternos, esos que no pidieron permiso para existir. Esos basados en el respeto de la madre tierra, la ecología con el horizonte en la sustentabilidad, en la gestión social, en la búsqueda de lazos de solidaridad y sororidad.
Los objetivos serán visualizar focos de esperanza, contribuir a tomar conciencia de los peligros que acechan a la madre tierra, crear y compartir conocimientos y sistematizar lo aprendido.
Para todo ello he definido abordar este proyecto desde una perspectiva crítica, holística, decolonial, anti-capitalista, anti-patriarcal y definitivamente participante
con la finalidad de combatir el tradicional colonialismo intelectual, descubrir y aprender de otras culturas.