El wentru
El wentru se llama Pablo y es el compañero de Karen. Mientras nosotras charlábamos él jugaba con sus hijos y un poco sobre escuchó la conversación .
Pablo entra directamente en el tema: Esta zona era zona agrícola y durante la dictadura pasa a la forestal y pasan a manos de una persona dos millones de hectáreas.
– ¿De quién?
– Del grupo Angellini. No empieza al tiro pero sí de a poco. Llega un grupo de gente y de la noche a la mañana «regularizan» los papeles y le dicen a las familias que tienen que irse. Y esa es la realidad que hay aquí en este territorio, es casi una región completa de la industria forestal. El gran porcentaje de acumulación de excedente se lo llevan ellos y aquí lo que queda es el trabajo de la gente, el salario, es lo único que les queda. Y hay todo un entramado, hoy en día la industria está metida con la municipalidad, con el gobierno regional, está en todos lados, tiene todos los campos cubiertos, incluso las comunidades.
Pablo explica el entrelazado que existe entre gobierno, comunidades y empresarios.
Se metieron a las comunidades a través de proyectos. Están metidos en todos lados. Usan la industria inteligentemente. Entonces por un lado le dicen a los distintos gobiernos «nosotros le damos trabajo a tantas personas, si nosotros cerramos, ¿qué hacés tu?». Es un problema. Esta gran empresa tiene un monopolio. Empezaron en el año setenta y seis creo y tuvieron su mayor auge en los años noventa. En esos años lograron expandir su fundio a nombre de ellos. Y las familias mapuche que estaban aquí quedaron arrinconados contra la caleta sin nada. Y hoy en día en el caso nuestro de mi familia, mi abuelo tuvo que irse de inquilino al lado de lo que era su terreno, por procesos que fueron llevados por personas que sabían leer y escribir.
Con respecto a la situación de las tierras de su familia, que adelantaba Karen, Pablo dice: Hoy en día con mi familia estamos reivindicando esa tierra, la estamos recuperando. Y eso tiene muchas cosas que tienen que ver con la dignidad, con la memoria, con muchas cosas que hemos perdido como pueblo. Y hay una conciencia, por lo menos de uno, de la familia de mi mamá, que yo digo que hay una generación perdida, porque fueron asimilados a la cultura dominante, casi todos mi tíos adoptan la moda del winka. Mi abuelo se quedó callado, nunca dijo nada, y así se criaron ellos. Pero les hacía bullying, se reían de ellos, les decían «indio», incluso los campesinos decían «no se junten con esos indios» y eran vecinos.
– Y hay que ver si no eran indios también esos campesinos, le comento, él se ríe y dice: Lo más probable.
Sentí mucha curiosidad por saber por la infancia de Pablo:
–Yo crecí en el campo y estudié en un internado lejos de la casa. A los seis años me tenía que ir toda la semana, me iba los domingos y volvía el viernes en la tarde. De lo que uno tiene memoria. Mi papá y mi mamá siempre fueron inquilinos. En ese momento era un inquilinaje que no se pagaba con plata, sino que se pagaba con un saco de papas, un saco de porotos, ya ahí los viejitos tenían que versela. Siete hermanos, uno falleció. A veces faltaban cosas pero siempre había algo para comer, algo humilde en la casa, siempre había algo para comer, pero nada de lujo ni de marcas. Uno después cuando empieza a trabajar empieza a ver esas cosas. Pero siempre así. Mi papá es del año 1929, un campesino chileno si, pero analfabeto y toda su vida trabajó en el campo. Lo único que nos decía a nosotros era que estudiáramos no más. Pero en ese internado, como era rural, yo tengo bonitos recuerdos. Yo no tengo recuerdos de que se hayan reído de mí. Fue bonito. Porque éramos todos de campo. Entonces todos éramos iguales, todos llegábamos embarrados, llegábamos mojados. Y después ya llega la adolescencia y uno ya empieza con el pololeo y todo eso. En sexto básico, unos profesores en el colegio, porque todos los años se hacen concursos de cueca, que es el baile nacional.
Pero todo inventado porque toda esa patria fue inventada, porque el guaso nunca existió así como lo muestran. Representa al campo pero al latifundio, al patronaje.
Y el latifundio copiaba al europeo, entonces era una cuestión bien bizarra.
Pablo tampoco sabía que era mapuche. Sus papás no hablaban mapudungun ni habían mencionada nada.
Pablo tampoco sabía que era mapuche, sus papás no hablaban la lengua mapuche, pero Pablo algo sentía.
Cada vez que nombraban mi apellido me sonaba raro. Porque eran todos Gonzales, Martinez, Salas, y yo era Wenchuman. Y cuando me nombraban a mí se me paraban los pelos, era fuerte.
Un día llega una propuesta diferente y la memoria dormida en el cuerpo de Pablo despertó.
Como en el 1996 o 1997, un profesor o una profesora llega con una propuesta diferente: «vamos a hacer algo mapuche» Y ahí paramos la oreja. Nunca nadie nos había hablado de los mapuche.
Y ahí empezamos a averiguar más de los mapuche, y qué significa Wenchuman, que significa cóndor antiguo. Y wow tenía un significado. Porque yo era Reyes de parte de mi mamá, pero eso era asimilado. Y así empezó mi curiosidad. Y en ese concurso ganamos nosotros. Pero no bailamos cueca, bailamos mapuche. Se ganaba un viaje a Santiago por cinco días.
Le pregunté cómo aprendieron la danza mapuche y me lo cuenta de una manera que yo podía ver como en una peli. Los profes llevaron un cassette y un video, seguramente de algún documental. Y ahí empezamos a bailar. Yo aprendí a tocar el trompe y luego llegó la tutuca. Y los profes llevaron también pura ropa original. Y yo siempre reconozco ese trabajo de los profesores, porque nos tocaron profesores conscientes porque hay profesores que son super despectivos. Y en el liceo tuve un profesor comunista, que nos contaba que él había participado en algunas tomas.
Esas son las semillas que por suerte algunos profes se animan a sembrar. Me sentí muy identificada con esos profes, y estas son las anécdotas que me dan la esperanza de que cada granito de arena es importante. Y que lo más maravilloso de las semillas son sus frutos, aunque a veces no lleguemos a verlos nosotrxs.
Luego Pablo me dice que conoció su historia mapuche cuando empezó a caminar. Y yo entendí perfectamente a qué se refería. Cuando empecé a caminar y fui viendo otros procesos.
Una vez un grupo ganó la municipalidad y el peñi era mapuche y empezaron a organizar congresos. te estoy hablando del 2003 en adelante. Y venían otras organizaciones, venían de Ecuador, de Perú, de Bolivia. Y ahí anduvimos. Una vez como en el 2005 nos fuimos con la lamuen. Y ahí fuimos conociendo los procesos. En el 2007 hubo una huelga de hambre muy fuerte, y yo fui a darle apoyo a los presos, estuvieron como ochenta días en huelga de hambre, y en su comunidad hacían ceremonia para darle fuerza también. Y ahí empezamos a escuchar sobre la recuperación de tierra efectiva. Y fui más introduciéndome.
A la mirada profunda de Pablo sobre los procesos no se le escapa nada. Él puede ver muy claramente que se mueve por debajo de lo que se muestra.
Aquí había una manipulación política muy grande bajo el alero del paternalismo que el estado baja recursos y de esos recursos les llega muy poquito a la gente, diciendo que con ese proyecto la gente va a salir de la pobreza. Y ahí uno empieza a hacer su autoformación personal leyendo, y uno se va dando cuenta de muchas cosas, de que no es como dice la sociedad.
Le pregunté a Pablo si sus hermanos había atravesado por un proceso parecido y en su respuesta resuena, al igual que en el discurso de sus compañeras, el eco del respeto por sobre todo.
– No todos, es muy personal. Porque es generacional. Tengo hermanos que me apoyan pero que no participan. No les nace, pero a mí sí.
Sobre su propio proceso dice: Desde niño hay algo que me mueve, me gustaba, me provoca que siga avanzando. Los mapuches dicen que uno nace con una misión en esta vida. Y yo a esta edad pienso que es así. Y aunque uno quiere escapar, no se puede. Te vuelve. Y no es una historia tan diferente de la que cuentan las organizaciones que empiezan a recuperar tierra.
Las organizaciones vinieron a dar como un norte más militante, con autoformación, con lectura. Se empezó a generar un militante mapuche, que tenía que conocer de su cultura y también ser intelectual para eliminar de raíz el copete. Entonces la generación de uno lo empezó a ver y empezó a salir. Y de ahí empezó el trabajo de recuperación de tierras. Empezamos a jugar palín de manera bien tradicional. Cuando empezamos a hablar de la recuperación de tierras fue cuando dimos ese salto más cualitativo y han sido años de trabajo. Años de estar de ahí y luego llegaron los hijos, y ahí dejamos tiempo precioso, el tiempo que no estamos con la familia. Y a veces son pasos lentos. Y este grupo Angellini tiene también celulosa en Brasil, Uruguay, tienen un tremendo poder. Y nosotros aquí les estamos peleando. Entonces lo que quieren haces ampliar la planta, de hecho ya entrar ahí es como entrar a una ciudad. Y aquí quieren poner cuarenta y dos generadores, quieren generar energía eólica para venderla al norte, a la minera. Se vende algo limpio pero ¿para quién? No es para la comunidad, no queda nada acá. El estado tiene esta famosa consulta que por ley tiene que hacerla, por haber aprobado el convenio 169.
Le pregunté si esa consulta se hizo, y me responde que sí. Pero a su mirada aguda no se le escapa el juego sucio por lo bajo. No se equivoca el dicho que dice “hecha la ley, hecha la trampa”
Por eso te digo que la empresa tiene sus trabajadores que hacen la pega sucia, los asesores interculturales, que están coptados. Y acá nosotros somos un grupito de comunidades que tenemos consciencia de esto. Porque tiene que ver con un tema espiritual primero que nada, por el arraigo de nuestro territorio, porque quieren instalar un proyecto sobre las comunidades. Tenemos un espacio ceremonial, donde hacemos nuestras ceremonias y una de las torres la quieren hacer caer justo ahí. Y eso para el mundo occidental les da igual, ellos construyen sobre una mezquita, sobre una iglesia, no les importa. Igual hay un tema jurídico porque ellos dicen que son dueños. Pero nosotros somos mapuches, estábamos desde antes. Nosotros queremos la libre determinación en nuestro territorio, nosotros queremos vivir aquí, por nuestra lucha espiritual, por los seres que aquí habitan, que son tangibles y no tangibles, la naturaleza, y por un tema también familiar y de dignidad. Pero el tribunal no va a ver eso, porque no le importa esa cuestión. Pero nosotros estamos convencidos de esto. Y uno sabe que está en peligro, sabe que puede ir preso, además que la empresa ya está pagándole a los sicarios, ya se está dando esa cuestión. En el gobierno de Michel Bachelet salió un decreto que dice que la consulta que se haga a las comunidades, la que dice el convenio 169, no va a ser vinculante.
Igual se han ganado casos pero cuando los inversionistas con extranjeros, pero cuando los inversionistas son chilenos nunca se resuelve.
– ¿Cómo se prepara uno para enfrentar eso?
– Nosotros hemos hecho movilizaciones, participando para rechazar la consulta. Nosotros planteamos el auto-reconocimiento, no nos conformamos como dice la ley indígena, porque nosotros somos mapuche, no necesitamos de una ley para existir. Pero para la ley tenemos que tener la personería jurídica, sino, no sos mapuche.
Estamos esperando a ver qué pasa con el proyecto, aprovechando que este gobierno dice que es más progresista. Hay cerros aquí que nosotros llamamos trentren, que se remontan a la historia fundacional del pueblo mapuche, que es esta gran lucha entre la serpiente kaikai que viene del mar y la serpiente tretre que viene de la tierra. Kaikai quería destruir a los mapuche y trentren los salvó. ¿Qué hizo? Levantó estos cerros, se levantaron tan alto que el agua no pudo seguir, y en ese levantamiento quedaron familias que volvieron a poblar la mapu. Estos cerros no son cualquier cerro, estos cerros se mueven, tienen más reacción viva que otros cerros.
– ¿Como los árboles que caminan? Le pregunté a ver si me contaba algo. Quizás no sepas, pero se dice que hay árboles cuyas raíces tienen movimiento, que con los años se los puede ver caminar. Dicen también que este es uno de los grandes secretos del pueblo mapuche. Dicen. Quizás son puras mentiras o historias o quizás Pablo es otro mapuche re celoso que no va a contar lo que no nos merecemos saber.
Pablo no me respondió, sólo se rió y siguió con su relato. “Estos son los cerros mitológicos que nos salvaron como pueblo. Tiene esa connotación el cerro dónde se quiere levantar el proyecto. Y se supone que todo esto que ha pasado es porque hay seres que nos están pidiendo ayuda a nosotros, a los mapuches”
– ¿Cómo se los ayuda?
– Defendiendo el territorio y manteniendo el equilibrio.
Pablo sí introduce un concepto propio de la cosmovisión mapuche que me parece maravilloso: Introvilmoñem, el equilibrio de la vida, natural y humana. Y nosotros llegamos ahí por ese llamado. Todo fue confluyendo para que nosotros estuviéramos ahí. Porque nosotros nunca buscamos eso, nos llegó. Toda mi familia sabía que nuestro abuelo venía de ahí, pero nunca nadie tenía un papel, pero andando en las comunidades ese papel apareció.
– ¿Cómo apareció?
– Se hizo un estudio de tierra con un abogado ambientalista que falleció. Nos ayudó y nos da mucha pena que se haya ido tan joven.
– ¿Qué le pasó?
– Le dio un tumor en la cabeza. Él nos ayudó a parar varios proyectos. Y bueno, encontramos un documento de mil ochocientos sesenta, mil novecientos.
– ¿En dónde estaban?
– En las notarías. Y otros en la biblioteca nacional de Santiago. Entonces no dábamos el tiempo de ir leyendo porque muchas veces la letra no se entendía. Y un día encuentro que una familia colindaba con la mía, luego encuentro el nombre de mi abuelo. Y me anoto el dato y le pregunto a mi mamá porque salía el nombre de mi abuelo y de tres hermanos, Manuel, que era mi abuelo, Martín, Blas y Bartolo. Entonces voy a la casa y le digo a mi mamá y ella me dice si, son mis tíos, los hermanos de mi papá. Y ya fui a notaria a buscar en el registro hasta que lo ví. El nombre de mi abuelo salía en un juicio de repartición, que era super raro, porque era un juicio de repartición entre personas que no era familia entre sí. (risas) Porque lo normal es que se reparta entre la familia o personas que tengan un vínculo con la familia. Cinco familias mapuche con cinco familias winka que no estaban entrelazadas entre ellos. Y para el mapuche las tierras más malas. Y en la dictadura se crea una ley, «la ley ladrona» le llaman. Que es que tu puedes regularizar un terreno baldío a los cinco años y a los diez ya es perpetuo. Y eso es lo que hizo la forestal. Hoy la forestal puede decir que lleva más de treinta años en ese terreno porque lo regularizaron así, a través de bienes nacionales. Y ahora llegamos nosotros y se lo vamos a pelear. Nosotros vemos que desde nuestro ser podemos cambiar las cosas, podemos hacer algo. Y esa es nuestra misión. Lo único que queda es resistir.
El espíritu del Wenchafen ya se ha levantado.
De la conciencia de todxs depende el futuro de la mapu.
Desde este proyecto seguiré al servicio y a la altura de lo que la tierra requiera.
Un abrazo y nos vemos en el andar.