Trawun con mujeres mapuches
¿Cuándo en WellMapu?
Una pregunta que se sintió como un llamado. Paula aparecía así por un chat en Instagram. Para mí un gran honor y una gran emoción ser invitada. Invitación que trajo claridad sobre los próximos pasos: antes de volver a México (por la danza de la luna, ya saben) paso por Chile.
Ni bien tuve pasaje, las sincronicidades de la vida me hacen llegar a la casa de una amiga en Concepción, al sur de Chile. Amiga con la que luego conviviría seis meses en nuestro hogar, que bautizamos Casa Kajú en Santa Teresa, Costa Rica.
Así fui recibida por mi amiga Kamía en Conce y así Paula organizó el encuentro con las mujeres que ella quería que conociera.
Hicimos un encuentro a modo de trawun entre ellas Karen, Jesica, Paula y yo.
Luego de que Paula nos recogiera una por una llegamos a un paisaje sacado de cualquier cuento: montañas verdes y un hermoso río a lo largo.
La casita de Paula en territorio mapuche es de madera y muy bonita.
Durante el camino y el rato que tardamos en calentar agua para matecito charlamos de cualquier cosa. Ya una vez que nos sentemos en la mesa comenzamos más “oficialmente” el encuentro.
Paula propuso una presentación individual de cada una para comenzar.
Comenzó Paula contándonos un poco sobre ella, su familia, sus luchas y la tierra que estábamos pisando. “Yo soy Paula, soy madre del Vicente, soy trabajadora social de profesión, y escribo, investigo sobre los conflictos socioambientales, principalmente sobre celulosas y monocultivo. Esta tierra en la que estamos es de mi abuelo, de la familia de mi abuelo. Mi abuelo nació en una chacra más allá, se construyó su casa y falleció hace unas semanas.
Luego y casi como carta de presentación de los conflictos en el territorio alrededor de La Forestal Arauco, cuenta sobre un hecho que aún no se ha esclarecido pero que tiene a la comunidad muy conmocionada.
Y hace unos años pasó una situación muy terrible aquí, que fue la muerte de un niño, de Tomasito, como a unos tres kilómetros más allá él venía con su familia y desaparece y aparece muerto. Y todavía no se sabe quién lo mató y ya pasaron cuatro años. No se sabe nada. Pero hay un tema muy oscuro porque esa familia vivió toda la vida en donde está la Forestal Arauco. Y ellos dicen que la tierra es de ellos. Esta familia vivió aquí toda la vida. Aquí todos se conocen, mi abuelo los conocía, aquí hay poquitas casas y todos son vecinos, se conocen de toda la vida. Pero nos dimos cuenta que como no hay nadie más la forestal puede venir a cosechar los pinos. Todos estos pinos ya están listos para cosechar. Y si aún no se han cosechado es porque no son dueños. Pero ellos podrían entrar, entonces ahí nosotros decidimos volver al territorio para recuperarlo de cierto modo.
Esta situación fue lo que hizo que la familia de Paula se decida por construir la casa en la que estábamos. Por eso construimos esta casa, para poder cuidar y proteger el río que mi abuelo cuidó. Y ahí nos reunimos con mi familia y construimos esta casita. Y hace un año que estamos recuperando y limpiando. Nuestro objetivo es el cuidado de la cuenca y el río. Por eso esta casa está abierta al encuentro. Siempre está abierta esta casa. Uno sabe la desconexión que hay con la naturaleza, y aquí está todo vivo. Hasta el viento está vivo, uno se da cuenta cuando lo escucha. Además aquí hay hartas vertientes y de ahí sale harta medicina. Es un lugar importante.
Y en este camino del cuidado de río que decidió tomar conoce a sus lamuen. Y en ese camino de volver acá conocí a la Karen porque pasé un día a Arauco y le compré una cremita. Y luego empecé a participar de un taller y empezamos a conversar y ahí nos dimos cuenta que había muchas cosas que se cruzaban. Por ejemplo, mi mamá cuando era joven conocía al papá de ella. Porque vivían acá. Nada es porque sí. Y para mí esto es super importante. Mi tía y mi abuelo vivían de recolectar mora. Yo me siento muy agradecida.”
Los testimonios de las tres dan cuenta de cómo lo personal es político y como las amistades son ese espacio que a veces más necesitamos para resistir.
Luego fue mi turno y me salió hacerlo de esta manera: “Mi nombre es Julia, nací en la ciudad de Rosario, en el centro de Argentina, que es una ciudad que recibió mucha migración durante las dos guerras mundiales. Es una ciudad en la que no hay comunidades originarias propias de la zona porque quienes habitaban estos suelos antes de la colonización eran más nómades, pero sí es una ciudad que ha acogido, de muy mala manera, muchas migraciones internas de pueblos originarios. En Argentina ha habido una gran migración de pueblos originarios, justamente cuando se deforestó el norte. Cuando se comenzó la deforestación de los bosques muchas familias empezaron a migrar para trabajar en las ciudades aproximadamente en la década del sesenta. Y así llegaron a Rosario muchas familias pertenecientes al pueblo Qom. Yo nací ahí, estudié derecho y me especialicé en derechos humanos, de hecho mi tesis está relacionada con lo que veníamos hablando antes, sobre la falta de interculturalidad en los espacios de justicia. Cómo no está preparada la justicia para escuchar otro idioma que no sea el español, y cómo también desde la ley se impone una mirada cultural de lo que debe ser una familia, de cuáles son los valores que se tienen que transmitir, entonces otras miradas, otras cosmovisiones, otras maneras también van quedando afuera. Trabajé con una antropóloga en mi investigación y así fui conociendo a muchas personas de la comunidad Qom que viven en Rosario y así fue empezando a ver las cosas de otra manera y aprender de otras hermanas y otros hermanos, y eso se ha convertido en el gran motor de mi vida, conocer otras culturas. No en el sentido de ir a verlas, sino de comprenderlas. Y así se empezó a despertar un poco más este amor por la tierra. Porque muchas veces cuando nacemos en las ciudades se siente más lejano. Y yo digo que en realidad en la ciudades vivimos el despojo de una manera más invisible. En el campo podemos ver cuando alguien llega y usurpa un terreno, pero en la ciudades no vemos que ese despojo sucedió muchísimo tiempo antes. Y desde ahí ya hay una gran desconexión de las personas que viven en las ciudades con la tierra. Entonces también hay una gran incomprensión de la necesidad de defenderla. Siento que el sistema nos va poniendo en ciudades y nos va encerrando para que no veamos que en realidad todxs estamos unidxs por la tierra. Y hace unos años viajé a México, me hicieron una oferta laboral que al final no se dio pero como ya había renunciado a mi trabajo en Argentina me quedé trabajando allá igual pero con Yoga que es a lo que me dedico ahora. Pero además estando allá en México inicié este proyecto que se llama Los Otros Territorios. Estando allá tuve la oportunidad de estar en Chiapas y ser brigadista del EZLN. Fui como veedora internacional de los derechos humanos a observar los movimientos que hacía el ejército de México y realizar un informe para el Centro de Derechos Humanos Fray Ba. Y luego volví para el segundo encuentro internacional de mujeres que luchan y así fui conociendo a muchas comunidades en México y Guatemala. Y yo sentía que tenía que compartir lo que ellos me mostraban, sus modos de organizarse, su sabiduría sobre todo y así fue que creé este proyecto que va a la búsqueda de esas otras formas de vivir que nos han hecho creer que ya no existen o que ya no son posible. Entonces desde ese proyecto fui visitando distintos sitios. Y entonces a ese proyecto me escribe la Paula y me dice «tenés que venir a Welmapu» y para mi es uno de los grandes honores de mi vida haber recibido esa invitación.
Interviene Paula explicando que la zona del Arauco es muy particular porque no ha sido tan visibilizada como zonas más al sur de Chile y que el conflicto principal en esta zona de Wallmapu es el extractivismo. Comenta que ella es parte de una red que se llama «Red de superación del modelo forestal» y ahí convergen muchas organizaciones socioambientales y activismo y yo siento que es muy importante que se sepa que aquí también hay una comunidad en conflicto. Es una urgencia para mí. Como los feminicidios, son urgencias, porque van a destruir todo. Van a destruir un rewe, casas, ríos, una comunidad solo para la construcción. Esto es lo único verde que queda en la región. Aquí nacen hartos pinos nativos también porque hay agua. Uno corta el pino y van a nacer nativos nuevos, ni siquiera hace falta hacer la regeneración. De verdad que es necesaria la protección de Arauco. Porque además se dan medicinas que ya no están saliendo en otros lados. Sobre todo el siete vena. Ese pastito antes salía en todos lados y ahora está muy escaso. Hay lugares muy espirituales y energéticos en el río, arriba del bosque, eso igual es importante para el ciclo de la tierra. Incluso legalmente los recursos de protección los rechazaron. Desde lo complejo que se ve el panorama, lo que yo puedo hacer es visibilizarlo. Que aparezca en las noticias.
Luego continúo contándoles mi intención “Yo lo que busco con este proyecto es transmitir un poco de esperanza porque sino al final sentimos que no podemos hacer nada. Sobre todo frente a estos avances de la derecha que nos deja menos opciones y nos hace sentir que ya nada vale la pena porque igual nada es posible. Que nos hace vivir en «modo de supervivencia» que trae como consecuencia que nos desatendamos de los lazos sociales y comunitarios”
En ese momento les regaló un libro y Jesica dice que es importante para ellas también aprender de lo que pasa en Latinoamérica.
La siguiente fue Jesica: “Las saludo a todas, mi nombre es Jesica Vilo y mi lugar de origen es Los Guapes, que es aquí, como a cinco kilómetros. Mi familia es toda de acá, mis abuelos viven un poquito más para arriba. Ellos toda su vida han vivido en este lugar y ellos tuvieron la historia que la mayoría de nuestros antiguos tienen, que es que fueron echados, despojados de sus tierras, y las nuevas generaciones lo supimos cuando éramos jóvenes. Tuvieron una historia de vida muy muy difícil, cuando llegaron los colonos los hicieron trabajar a ellos en su propia tierra y luego los echaron, una historia que es muy dolorosa la de nuestros ancestros. Y nosotros también cuando supimos todo esto nos reunimos como familia, sabiendo que en ese lugar estaban nuestras raíces. Y nos reunimos y después de conversarlo y analizarlo y de pensar todo lo que se iba a hacer, decidimos entrar en recuperación.
Y no me pude aguantar y empecé a preguntarle algunas cosas. Me hubiese quedado mil días escuchándolas.
Me contó que empezaron hace como dos años y medio y que quienes volvieron fueron la la generación nueva, no sus abuelos. Y que ella cree que su abuelo tiene como ciento un años. Su carnet dice que noventa y uno pero él me decía que él fue solo a registrarse cuando tenía como quince años.
Y al explicar esto tiene que hacer referencia a cómo vivían antes y cómo fue el proceso de usurpación de los territorios. Y como decía la lamuen atravesamos varias dificultades por recuperar nuestra tierra y nuestra identidad, por resguardar todo lo que queda vivo, todo lo que lleva eso ha sido una lucha difícil pero con mucha convicción de parte nuestra. De poder seguir hasta poder lograr nuestro objetivo. Porque si no lo hacemos no sé qué va a pasar. Y ahí está la fuerza para poder seguir a pesar de todo lo que se pueda venir. Pero tenemos que seguir por nuestros ancestros. Aquí hay un netum que es dónde están enterrados todos mis antepasados, van a quedar mi abuelos también, hay un machi y no podemos dejar que estos parques pasen por encima de ellos. Y si nosotros no lo hacemos eso va a quedar destruido en otros lados. Entonces no nos podemos dar ese lujo de dejar a la mapu sola, si nosotros sabemos que somos parte de ella, que somo hijos de ella y tenemos que protegerla. Y ese es nuestro principal objetivo. Y eso también ha llamado a que tengamos conflicto con el estado, con carabineros que estuvieron noventa días intentando entrar y sacarnos del lugar. Lo que pasó fue que esa tierra fue entrega a Forestal Arauco durante la época de Pinochet. Ellos usurparon la tierra y la fueron a inscribir como propia. Porque eso pasaba antiguamente. Los despojaban y luego los hacían trabajar como inquilinos. Ellos iban e inscribían las tierras. Nuestros antepasados no sabían leer. Ellos no sabían qué era lo que pasaba. Y eso ha sido aprovechado por los estados. Las tierras nuestras se las regalaron a los que venían de afuera. Uno siente la rabia de saber antiguamente lo que pasó porque a nosotros toda la vida nos dijeron que éramos pobres, que no teníamos nada, mucha discriminación.
En sus relatos se entremezclan datos históricos con sus vivencias e implicancias personales. Digna muestra de lo que sucede cuando escuchamos a lxs verdaderxs protagonistas de las luchas. Y yo la viví y por eso lo digo, en el colegio, en todos lados. Que los mapuches, que los indios que éramos una vergüenza. Pero después de uno crecer y saber la historia, nosotros éramos ricos, mis antepasados eran ricos, ¡tenían su tierra! Sembraban su tierra, tenían sus árboles, y eso no es pobreza. Esa yo creo que es la riqueza más grande que uno puede tener. Pero eso nos hicieron creer a nosotros. Y nosotros tuvimos que sobreponernos a ese pensamiento también. Porque nos metieron todas esas cosas, pero tuvimos que pensar un poco más allá y ver que no era así.
Ella nació en Arauco. Toda mi vida he vivido acá. Mis abuelos han vivido acá. Mis papás vivieron acá. Todos vivieron acá. Este es mi tugun. Esta es mi tierra y no la voy a abandonar. Tengo que seguir adelante pese a las consecuencias que todavía son inciertas. No sabemos, pero ahí estamos y vamos a seguir.
Cerró su presentación explicándome que según su cosmovisión, la cosmovisión mapuche, había dos serpientes la de agua y la de tierra y cuando ellas se enfrentan nace el cosmos y la tierra.
Por último fue el turno de Karen y con ella y su historia entramos al mundo místico del llamado de la Mapu.
De Winka a Machi.
Me atrevería a decir que a Karen le pasó algo con lo que quizás muchas mujeres fantasean pero que jamás pensamos puede realmente suceder. La historia de Karen para mí es la historia de la tierra llamando a sus guardianas. La historia de Karen es una muestra de cómo el espíritu habla.
Te invito a que descubras lo que Karen tenía para compartir.
“Mi nombre es Karen. Yo nací en Arauco, ciudad de Arauco y actualmente también vivo en el Lov Pailakawe, que no es de mi familia sino de la familia de mi compañero. Yo tuve una vida bastante difícil. Me crié en la ciudad toda mi vida, tuve mi infancia como una winka más. Mi vida winka, familia winka, estudios winka, todo winka.
Y nunca supe que yo era mapuche. Yo soy mapuche por el lado de mi mamá. Del lado de mi papá eran españoles. De hecho mi bisabuelo era español, español, hablando así «joder». Karen tiene un tono muy divertido y espontáneo. A veces se siente como hablar con una niña. En sus ojitos brilla la picardía. Karen es una persona de mucha sabiduría, sólo las personas realmente sabias saben mostrar su lado más niño al simplemente conversar.
Por el lado de mi mamá, el lado de mi abuelo el apellido es Bugallego que significa gran río, y por el lado de mi abuela también son un tugun mapuche pero al día de hoy no lo hemos podido encontrar. El papá de mi mamá viene de la descendencia del cacique Bugallego que era uno de los mayores dueños de todas las tierras de acá. Pero yo nunca tuve contacto con mi abuelo. Porque mi abuelo le hacía la guagua a mi abuela y se iba. Le hizo seis hijos a mi abuela. El caballero tenía su otra familia, sus otros hijos. Mi abuelo nunca los reconoció. Por lo tanto mi mamá no lleva el apellido Bugallego, ella lleva el apellido de mi abuela, o sea el de mi bisabuelo. A mi tatarabuela le quitan el apellido mapuche, y mi abuela no se acuerda cómo era ese apellido. Y no hay registro. Sólo se acuerdan que vivían en el campo, que iban al río, recuerdan su vida mapuche. Yo conocí a mi bisabuela y ella usaba su tucunugun, su delantal, ella era yerbatera y sanaba a la gente. Yo tenía trece años cuando ella falleció y yo siempre tuve ese recuerdo de ella, que era alta, era muy delgada y usaba su delantales largos. A mi siempre me llamaba la atención, por qué mi abuelita va siempre vestida de negro. Y siempre la veía revolviendo ollas y ollas. Pero ellas no sabían cuál era su tugun porque fue arrebatado. Porque antes los patrones no querían los apellidos mapuches entonces le ponían los nombres que ellos querían. Y hoy en día estoy en esa búsqueda. Porque yo voy más por ese lado que por el lado de mi abuelo que es Bugallego, no me gusta esa historia, porque el mismo cacique fue traidor. El fue un cacique muy importante pero entregó a lonkos. Acá hay un sitio donde mataron a ciento cincuenta lonkos. Los llevaron ahí a beber vino, los curaron, les quitaron sus armas y cuando se iban detrás de cada lonko había un español chileno y cuando se daban vuelta les cortaban la cabeza, así los mataron a todos, menos a uno que lo llevaron a la plaza de Conce para que todo el mundo vea al mapuchecito. Eso a mí no me hace sentir orgullosa, para nada. De hecho siento que nos trae un peso. Yo no tengo comunicación con ningún Bugallego y los que conozco siguen en ese proceso.
Yo nunca tuve una vida mapuche, como mi mamá no tenía contacto con su papá, no llevaba su apellido, mi mamá jamás nos contó. Y en un momento yo fui adolescente y me empezó a llamar la atención esto de por qué el mapuche, pero como desde afuera. Con los amigos nos sumábamos a marchas y ahí andábamos protestando. Y un día a los diecinueve años yo conocí a mi esposo. Y empezamos a salir, y él es mapuche y me empezó a invitar a todas las ceremonias. Y cuando yo estaba ahí me pasaba algo muy curioso, yo me ponía a llorar. Y yo decía de primera estoy loca, ¿por qué lloro? De hecho todavía me pasa. Y yo no entendía eso. Y conversando un día con mi mamá me dice «te pasa eso porque nosotros también somos mapuches» y ahí me empieza a contar. A mi abuelo yo lo conocí una vez que mi mamá me dijo «mira allá va mi papá» y yo lo miré de lejos. Y antes de morir el caballero le dijo a un tío mío «anda a llamar a todos mis nietos del lado de la Silvia (que es mi abuela)» pero no fuimos ninguno, ni mis primos ni yo, porque nunca lo habíamos visto. Qué lo voy a ir a ver yo si él nunca le dio nada ni a mi abuela ni a mi mamá. Y así fui conociendo que mi sangre era mapuche.
Cuando su madre le cuenta eso puedo armar los puzzles. Ahí entendí todo. Y ya nunca dejé de participar en todo. Y ahora ya me encuentro apoyando otros procesos. Pero estaba muy perdida de la cultura, de hecho mi lengua está perdida acá. El mapuche que estaba acá era muy institucional. Tu eras mapuche para postular para conadi. Ninguna mujer usa tuculugun salvo cuando va a un acto. Y hace como diez años llegó una lamuen que usa su tuculugun todos los días y cuando la ves es como que dices «wow una mapuche».
En ese momento, yo les comento que son imponentes, y les pregunto si ellas lo nota, si se ven así. Ninguna responde la pregunta pero me cuentan algunas anécdotas:
“En las marchas sí se nota” dice Karen y continúa: Yo llevo cinco años usando mi Tuculugun. Fue de un día para el otro que decidí usarlo. De hecho de repente me pongo unos jeans y siento que ya los tengo que dejar de lado. Pero fue un impacto, un impacto en la familia, un impacto en Arauco, impacto en mis amigos. Yo perdí muchos amigos. He perdido muchos amigos y muchas amigas porque mi vida cambió 100%. Yo tenía muchas amigas, yo le decía amigas pero ahora entiendo que no lo eran. Yo salía mucho, tenía mucha vida social. Y entiendo que todo tiene un por qué en la vida. Yo vengo de un proceso complicado, un proceso porque tengo espíritu de Machi.
Interrumpí su relato para pedirle que me explique que sería Machi, porque estoy segura que no lo sé exactamente porque son tantas las cosas que se dicen sobre los y las Machis.
– Es una autoridad espiritual mapuche, de hecho la más importante del pueblo mapuche. Es la que tiene la conexión con lo espiritual y lo terrenal. Es la que dirige las ceremonias, la que hace la medicina para los enfermos.
– ¿Son sólo las mujeres o también hay hombres Machi?
– También hay hombres. Y eso también lo supe desde hace cuatro años, desde que decidí usar mi Tuculugun.
– ¿Y cómo se sabe quién tiene espíritu de Machi?
– Todos los casos son distintos. Hay lamuen que desde que su mamá está embarazada lo sabe. Yo toda mi vida fue enfermisa, toda mi vida. Me dolía un ojo, me dolía una mano, me dolía todo. Todo. Y en un momento me llegaron a diagnosticar con depresión, me iban a empastillar. Pero nunca mi mamá quiso que yo me empatillara y esas cosas. Después crecí y seguía con lo mismo. Yo era rara. Independientemente de que era muy sociable, yo era rara. Yo a la mirada del resto yo era rara, porque yo era distinta.
– ¡Eras mapuche! Le digo. Y ella un poco se río y me dicen:
– ¡Claro! Es que uno no lo entendía. Pero la sangre mapuche es fuerte. Tu tienes un carácter distinto. A ti te aman o te odian. Es así de simple.
Cuando Karen dice eso, las demás asienten.
–Caerle más o menos a alguien, no. Eso es imposible. Entonces después cuando empecé a salir con mi marido yo seguía enferma y mal. Ya después tuve a mis dos hijos y después conocí a una Machi. Y esa Machi es la madrina de mis hijos. Yo iba a su casa, pero nunca ella me dijo nada. Yo nunca, a mí jamás en la vida se me iba a pasar eso por la cabeza. Porque si tu te pones a pensar, ¿quién va a querer ser Machi? Porque tiene un trabajo. Tiene un sacrificio. Es algo tan complicado, tan difícil, yo creo que nadie quiere ser eso, o nadie se lo espera. A mí jamás se me iba a pasar eso por la cabeza. Yo siempre pensaba que las Machi se hacían de niñas, y tenían que ser mapuches, vivir toda la vida de mapuche. Y empecé a tener peuma, sueños, muchos muchos sueños.
– ¿Peuma significa sueños?
– Si. Muchos sueños. Y un día yo llego a la casa de la Machi y ella me pide ver la orina. Y en la orina me ve que yo tenía ese espíritu. Y cuando ella me dice yo me río. Ella vio un rewe con dos canelos. Y yo me reía porque no lo creía. Pero esa risa nerviosa. No reaccionaba. Esa es la verdad. Ella se enojó y me dio con una guasca, con una varilla. Me dijo «¡Póngase seria comadre!» porque nos decimos comadre. Y yo dije «chuta, es seria esta cosa» porque estoy viendo clarito esto y golpea su rewe. ¡Vea aquí! Y yo miraba el vaso y veía orina no más. Cuando nos cuenta esto todas nos reímos. Le pregunté si finalmente lo vio.
– Y lo vi. Me respondió casi como un susurro y cambiando totalmente el tono. Se hizo un gran silencio de respeto en el espacio. Le pregunté qué sintió cuando lo vió.
– Ahí lo creí. Dijo de manera muy seria. Y continuó explicando porque no cualquier persona lo ve. Y yo tiritaba y lloraba, lloraba, lloraba. Y tiritaba, tiritaba, tiritaba. Y no sabía qué hacer. Y ya entramos en la cocina y se lo dice a mi esposo. Y mi esposo, por otro lado, es bueno para la risa, entonces se mataba de la risa. Y mi comadre también lo retó. Y ahí ella me dijo «mira comadre, tú te vas a empezar a enfermar pronto. Te recomiendo que vayan donde otras Machis y confirmen lo que yo les estoy diciendo. Cuando ustedes tengan esa conversación con todas las Machis vengan de nuevo acá y veremos qué pasa».
Un día me empecé a sentir mal y me dolía la cabeza y me paré para ir al baño y no alcancé y me caí desmayada y no reaccionaba, mis piernas no reaccionaban. Porque cuando tú te haces Machi te da una enfermedad, te puede dar en cualquier parte de tu cuerpo y mi enfermedad me daba en las piernas.
Esto pasa porque así los pullüs se manifiestan. Así que la Machi me curó y ya me empecé a sentir bien. Y nos vinimos para acá y yo lloraba todo el camino y no sabía qué hacer. Estuve un mes en casa casi sin salir y lloraba todo el día. Yo hacía todo llorando. Todo llorando. Porque para mí era un cambio.
La situación aquí de Arauco es complicada. El mapuche de acá no está tan conectado con lo espiritual, ya no se aferra a eso. Entonces son muy pocas las personas que ponen lo espiritual antes que el interés por las cosas material. Entonces es muy complejo.
Y así yo empecé a conocer otras Machis, a irlas a ver. Y cada vez yo me sentía más mal. De hecho los últimos meses ya no podía mucho caminar. Estaba mucho en la cama, no me podía parar o caminaba muy lento. Fueron meses muy complicados.
Y así fuí dónde una Machi que ya conocía y me empezó a hacer lawen. Yo tengo el cutran en mis piernas pero aparte me habían hecho un mal, que igual me tomaba mis piernas. Por eso me tomaba el doble o el triple más. Y me dijo la Machi que alguien sabía el newen que yo tenía y me lo tenía amarrado para que yo no lo trabajara. Y así como un mes más otra Machi me hizo una ceremonia y ahí salió, me sacó ese mal. Yo no me di cuenta de nada pero la lamuen aquí estaba.
Jesica la había acompañado. Entonces le pregunté a ella cómo fue el proceso. Y ella me cuenta su punto de vista.
Yo conocí todo esto con la lamuen. Yo la acompañé, era mi primera vez también en una ceremonia así. Y lo que pasó fue que de repente crujió todo. Se sintió en el techo. Adentro había pollitos, había gatitos y estaban todos desesperados. Entonces cuando terminó todo, cuando terminó la ceremonia ella le dijo que había salido y que se había escuchado en el techo, y que eso había salido de ella.
– ¿Y se fue?
– Si se fue, pero fue fuerte.
– ¿Te asustaste? Le pregunté a Jésica.
– No, pero sí fue intenso. La energía densa y conectada también espiritualmente para que saliera bien. Hay que estar ahí con actitud. Porque los pollitos y los gatitos querían ir donde estaba ella y había que espantarlos y querían salir por la ventana, desesperados por querer salir. Y los caballos afuera relinchaban.
Karen dice que no sintió nada porque estaba como dormida.
– Yo la vi dormirse, la Machi la llevo en un proceso. Empieza a explicar Jésica. Pero ella hacía muchos gestos con la cara. Y después le preguntamos si ella sintió algo, pero no recuerda nada. Estaba con un peuma en ese momento. Pero fue intenso. La energía es fuerte. Y ahí uno se da cuenta que es real.
Karen confirma que ahora puede caminar bien y rápido.
– Y ahora estoy en el proceso de comenzar. Mi püllü está de más de quinientos años buscando en quien estar.
– Desde antes de la colonización prácticamente. Le comento.
– Y la fuerza, por decirte algo, es de una oveja de agua, de un caballo y de una mariposa.
Y eso no lo tengo muy claro, porque otra Machi me lo dijo. Pero el que sí se ha confirmado es el de oveja de agua en todas las Machis que yo he podido ver. Entonces yo ahora tengo que hacerme una ceremonia y en esa ceremonia se la Machi va a saber. Porque a todo esto, volvimos donde la comadre para entregarle el dungun de todas las Machis y ella nos dijo , yo pensaba que la teníamos que hacer en enero a la ceremonia, porque teníamos que hacer una ceremonia que se llama datun, y ahí tenía que cambiar la casa de lugar, era un trabajo que yo estaba estresada antes de tiempo. Yo pensaba todo el día, de dónde voy a sacar plata para cambiar mi casa.
Donde yo tengo mi casa actualmente no tengo un espacio para poner mi rewe, para que la gente vaya. No tengo ese espacio. Entonces tenía que cambiar mi casa de ubicación. Y aparte tengo que tener un espacio para dungun. Entonces estaba demasiado estresada. ¿Se acuerdan que les contaba? pregunta a sus lamuen y ellas se ríen y asienten.
Y el otro día la Machi dijo «esa ceremonia no la vamos a hacer, vamos a hacer otra más específica». Se llama alquiltum.
– ¿Qué significa?
– Viene del verbo ver, mirar, observar. Entonces, ¿qué quiere decir eso? Que la Machi va a entrar en su trance y va a hablar su espíritu con mi püllú, con mi espíritu. Y ahí va a preguntar qué pasa, qué quiere.
– ¿El espíritu elige en quién?
– Si.
– Y te eligió.
– No sé por qué, pero lo hizo. Dice y todas nos reímos.
– Es que la familia de ella viene ancestralmente. Explica Jesica
– Hay una Machi que me decía que por mi edad quizás no pasaba nada conmigo y yo iba a tener que seguir tomando lawen.
– ¿Qué edad tenés?
– Yo tengo 35 años. Y esa Machi me decía que ya estaba muy pasada de edad, que lo más probable es que tomara a alguno de mis hijos, o de mis sobrinos. Que yo tenía que seguir cuidándome, tomando lawen, y todo el tema pero que no podía yo trabajar como Machi. Y yo pensaba «chuta es un trabajo para mis hijos, pero yo voy a estar más preparada para ayudarlos, yo voy a estar para respaldarlos». En mi caso yo no tengo el respaldo de mis padres porque ellos no saben nada mapuche. Su apoyo es de otra manera. O mis sobrinos igual porque mi hermano igual vive en comunidad y todo el tema. Pero mi comadre me dijo que no, que yo estaba en una edad super buena. Cuando la Machi empiezan su proceso de muy niñas no está tan bien porque les falta madurar. ¿Cómo van a dar consejo a una persona adulta si no han vivido ciertas cosas?
Y ahorita tengo el 11 de noviembre tengo la ceremonia en la casa de la Machi y ahí los espíritus se van a conectar y ellos van a decir.
– El 12 de noviembre me escriben y me cuentan qué dijo el espíritu, les digo y todas nos volvimos a reír.
– Porque, ¿cuánto hace que empecé yo a entrar en sueño?
– Como dos meses… -Recuerdan Paula y Jesica
– ¿Entrás en sueños de pronto?
– Kuimi se le llama a eso. Y antes no me pasaba. Y mi esposo también tiene que estar preparado porque él me tiene que acompañar. Y tampoco quiero especular tanto porque hay que ver qué pasa. Tengo que ir con harta gente por todo lo que se necesita para la ceremonia. Es un despliegue bastante importante ir para allá. Lo que sea, yo creo que hay que tomarlo por lo que nos entregan. Y si me eligió, tendré que afrontarlo, porque si no viera que yo esté preparada, porque uno fríamente uno dice «falta mucho mucho que aprender, no estoy preparada, y todo el cuento». Pero también digo si me eligió es porque uno puede, es así de simple. Y eso lo entendí esto días. Porque todos estos años me acordaba del tema y me ponía a llorar. Y todavía me pongo a llorar.
Claro porque uno dice «una Machi» pero tú tienes que cambiar tu vida.
– ¿Cómo es el trabajo de una Machi?
– Primero es consagración totalmente. Yo ya no podría vivir más en la ciudad, me tengo que ir al campo.
– Para su lof. Explica Jesica
– Estaría toda mi vida ahí. Tendría que de alguna manera separarme de mis hijos porque tendría que dejarlos en la ciudad para que estudien. Tendría que comenzar mi vida en el campo. Sacrificarme, en el sentido de levantarme muy temprano y trabajar hasta muy tarde. Estar en constante aprendizaje, porque uno no tiene la lengua 100%. Entonces es todo distinto. Para mi ceremonia tenemos que conseguirnos un lonko para que vaya a recibir el mensaje, porque mi marido no sabe hablar 100% la lengua. Entonces es todo un trabajo para mi marido porque también va a tener que empezar a hablar. Él sabe mucho pero no 100%, entonces es un trabajo de familia. No es sólo mío. Es de familia, de lov, de territorio. De todos. Entonces uno ve que hay tanto intercambio de pensar con muchas comunidades, y pienso a dónde va a llegar el cuestionamiento. Porque yo siempre he sido muy frontal para decir las cosas, como te decía. Soy respetuosa si, pero hay gente que no le gusta la frontalidad. Hay gente que prefiere ser mentirosa, entonces cuando te encontrás con alguien que es frontal, chocas.
– Te entiendo perfectamente.
– El cuestionamiento que puede venir puede ser fuerte.
– Yo le digo que no tiene que pensar en eso. -Dice Jesica
– Es fácil decir eso, pero cuando estás en un proceso y empezás a sentir las energías, las malas ondas, los cuestionamientos. Al final todo te afecta. –Responde Karen.
– Ahí nosotros coincidimos porque nosotros como lov, llegamos ahí también. Yo creo que hay un apoyo mutuo entre los lov, que nos encontramos por lo que está pasando ella. Por eso quizás también aparecí yo para acompañarla. Darle la energía, la fuerza y no sé más adelante si algo la bajonea subirla también. Porque es la orden que nos dieron. Así Jesica deja claro su total apoyo a su lamuen.
– En mis peumas siempre yo veía a mi lamuen que es del campo siempre al lado mío. Siempre me veía con mi amiga, que es mi lamuen, que hemos aprendido juntas, que hemos salido para todos lados, que es como mi hermana. Por al otro lado, a mi lado derecho, yo veía otra lamuen, pero nunca le veía la cara, nunca le ví la cara. Y pasaron los años y yo no conocía a mi lamuen. Yo a mi lamuen la conocí el año pasado.
– Por el conflicto nos conocimos. Aclara Jesica.
– Fuimos compañeros del colegio con el lamuen, y después cada quien siguió su vida y nos encontramos con esta situación de que él estaba arriba y nosotros llegamos después. Así Jesica comienza a explicarme el vínculo que tienen.
– Y yo era compañera con el hermano de ella. Pero a ella no la conocía. Y yo ahora no tengo mucho contacto con mi otra lamuen, pero esta mi lamuen acá. Y ha ocupado un rol importante. Aclara Karen.
– Es un compromiso con mi territorio, con la mapu, con la lamuen, con nuestros antepasados. Por algo estamos en esto. Nos conocimos en la lucha. Jesica no duda y tiene clarísimo su rol y compromiso.
-¿Cómo es pasar de winka a tener espíritu de Machi?
– Todavía no lo logro tener muy claro Es como una noticia que de repente te llega como un balde de agua fría. Entonces tu te cuestionas y decís ¿por qué yo? Lo pensé muchas veces. Hay lamuen que llevan años o que son más adultas. ¿Por qué yo?
– ¿Y por qué no?
– Eso también lo pienso. Hace muchos años una Machi vino a hacer una ceremonia y estaban pidiendo por el levantamiento de una Machi, porque acá en Arauco hace como cincuenta años que no hay Machi. Porque la última lamuen que tenía püllü de Machi sus papás eran evangélicos y no la dejeron. Hubo dos en realidad, a la otra la trataron de loca y la llevaron a un hogar psiquiátrico.
– Eso pasa porque ahí está eso que no se realizó. –Explica Jesica las consecuencias de esos tratos.
Transcribo estas frases y recuerdo una frase que me compartió una amiga: “¡Qué atrevida la ignorancia!” Y creo que es mucho lo que nos falta comprender para saber valorar las fuerzas y sabidurías espirituales.
– Ella parece que murió. Y a la otra los papás la tienen como en un pieza y cuando llega gente ella se pone como loca, porque claro el püllü quiere salir y ahí es cuando el médico winka dice «problemas mentales» porque pasa. A mi me pasa también. Porque por momentos llegan momentos de estrés y es como que me pongo a llorar. Continuaba Karen con su relato.
En ese momento suena el teléfono de Kare y mientras ella responde la llamada Jesica me explica “Yo siento que por algo ella se encontró con él, de no saber nada, ni de dónde venía, se encontró con el lamuen que estaba en un proceso.”
Cuando Karen vuelve a la conversación le digo que yo escucho la historia toda junta y siento que su tribu la fue buscando.
– Si, porque el Wellmapu es el que te elige. La Machi dice que el perimontun se le pegó a mi mamá cuando estaba embarazada de mí. El perimontun es la fuerza, en este caso de la oveja de agua. Antes íbamos a un sector donde había unos familiares, cuando chica íbamos los fines de semana que era un campo. Y ahí había muuuuuchas ovejas. Y yo era niña y me subía arriba de las ovejas como un caballo. Yo tenía esa conexión con las ovejas y la Machi decía que mi mamá cuando estaba embarazada de mí tomó esa fuerza. Y claro, era el único lugar donde mi mamá iba cuando estaba embarazada de mi.
Pero el püllü de Machi es distinto, viene desde más de quinientos años, que fue de generación en generación hasta que dijo «aquí me voy a quedar». Esa es la diferencia. Cuando yo tenía cinco años, yo me perdí en ese lugar del campo. Ahí hay una laguna que se llama Klen Klen, y ahí hay un espíritu de Machi. Y esa Machi estuvo perdida y después de un tiempo la encontraron y ella se había hecho una casita de ramitas. Cuando yo tenía cinco años yo me perdí. Yo salí atrás de mi papá, que iba a cazar o a pescar, y andaba con mis tíos y yo lo seguí y nadie se dio cuenta. Y desde la casa hasta la laguna es harto lejos, muy lejos. Y yo me perdí. En verdad yo no me acuerdo, pero mi papá me cuenta. Cuando llegó a la casa y yo no estaba se asustaron porque en ese tiempo por acá andaba mucho león, muchos, muchos.
– Si acá bajan a comer, a tomar agua del río. Cuenta Paula.
Karen cuenta una anécdota familiar que recién ahora cobra sentido en su vida.
– Bueno, yo me perdí y todo el mundo buscándome. Y dice mi papá que cuando me encontraron yo estaba en un lugar fuera del camino y yo estaba durmiendo y me había hecho una casita de
ramitas. Me había hecho una casita y estaba ahí adentro durmiendo. Y con los años, recién hace poco tiempo el Pablo nos contaba eso, que a la Machi la habían encontrado y que se había hecho una casita. Y mi papá escuchó y dijo «pero si la Karen hizo eso». Las cosas fueran dándose así muy parecido. Mis papás son cristianos, evangélicos, pero super abiertos. Y yo me crie en la iglesia evangélica.
– Igual que muchos de nosotros, es muy fuerte eso acá. Aclara Jesica.
Karen recuerda otra anécdota familiar que también parece explicar muchas cosas. Lo interesante de lo que cuenta es que empieza por aclarar su postura frente a las religiones.
Yo soy muy respetuosa de los evangélicos porque siento que si yo pido respeto para mi cultura tenga que respetar al resto también, independientemente de que uno no comparta ciertas cosas. Yo de la religión no comparto muchas cosas pero sí creo en dios y siento que es nuestro todo. Entonces mi papá dice que una vez me sacó de la iglesia un profeta, y yo estaba chica, y dice que el profeta le dijo que yo tenía un don muy especial y muy importante pero iba a ser muy incomprendida a la vez. Le dijo eso. Y que él tenía que estar conmigo y ayudarme. Porque lo que iba a venir a través de eso don iba a ser muy importante. Y yo era chica. Mi papá nos contó hace muy poco tiempo, cuando el Pablo le contaba lo que estaba pasando él se acordó de eso. Porque claro, yo dejé de ir a la iglesia cuando tenía como quince años. Entonces para los cristianos los dones son cantar o predicar, y yo no hacía eso. Y mi papá se preguntaba por qué este profeta me había dicho esto. Y después lo relacionó.
Y de hecho hace como siete años, conocí a un Machi también, y cuando le contamos él dijo que había notado que yo no era igual al resto. Y uno se da cuenta que de verdad se siente, y ahí uno empieza a hilar todas las cosas que te van pasando. Pero que es difícil, es muy difícil. Porque como te digo la lengua no está y eso es muy importante para entender muchas cosas. Hoy en día estamos forjados a aprender. Uno a veces quisiera aprender rápidamente pero no se puede. Y ahí uno entiende que el proceso de ser mapuche igual es lento. Noci noci dicen los antiguos, tienes que tomar tu tiempo. El tiempo de wellmapu es distinto. El mapuche conversa y conversa y conversa y es muy prudente también. Y hoy en día nosotros hemos apoyados procesos de otras comunidades, y de repente se dieron las cosas para que mi wentru encontrara papeles legales vigentes de la familia de él.
En este momento Karen introduce una historia que muestra cómo el despojo es la regla y la resistencia la alternativa.
El abuelo de mi wentru es el dueño de ese chen-chen donde estamos ahora que son como mil hectáreas. Mi wentru ayudando al proceso de una comunidad encontró unos papeles vigentes de la familia Wenchuman y empezó a averiguar y ahí salieron los nombres de los abuelos. Estamos hablando del año mil setecientos para atrás. Ahora vamos a cumplir cuatro años de proceso de recuperación y en ese tiempo tenía un tío que era mayor y él decía que se acordaba dónde estaban las casas, y le contaba que llegaron estos de las forestales y le dijeron al abuelo «andate ahora porque te vamos a quemar la casa, o te quemamos adentro con tus hijos».
– Eso lo hacía mucho, de quemar. Porque allá en Curamiragüe, que es como la primera recuperación campesina, a la forestal Arauco les quemaron en los ochenta sus casas, de hecho hay un video dónde salen todas las casas quemándose. Explica Jesica.
– Y ahí los viejitos tuvieron que salir y después los hicieron trabajar como inquilinos en su propia tierra. Hasta que luego los terminaron echaron. Una vida muy indigna. Y el viejito se vino a Arauco. Entonces ahí ellos lo inscribieron como de ellos pero no hubo ningún tipo de traspaso, por eso están vigentes los papeles. Y ahí Pablo empezó a buscar todos los documentos. Y ahí tomaron la decisión como familia de entrar al lugar de una forma antigua, respetuosa, se habló con lonkos, se habló con gente antigua para que vinieran a hacerles el ingreso como corresponde al lugar para que no sea usurpación. Pidiendo protección también. Nosotros tenemos que recordar que en ese lugar están los espíritus protectores del lugar, entonces no podíamos llegar a intervenir el lugar. Tenía que ser todo de manera pertinente. Eso fue hace casi cuatro años atrás. Vinieron los lonkos, vinieron gente antigua y pedimos permiso para entrar. Pedimos al ngen, el ngen que se necesita, la fuerza que se necesita para estar ahí. Los chiquillos renunciaron a su trabajo.
Entonces me cuenta cómo fue el proceso en el cual volvieron a su vivir a ese territorio.
– Los hombres vivieron una semana debajo de los kuni, que son como unas ramadas. Lluvia, frío, se tapaban con nailon mientras hacía una ruca. Y después hicimos una ruka comunitaria, donde habían camas, literas, colchones, cocinábamos todos ahí. Al principio hay mucha gente, gente que quizás no es consciente del proceso mapuche. También pasa que algunos quieren sacar algo, sacando euca ganás harta plata. Pero Pablo fue muy claro, él dijo «de acá no vamos a sacar nada, primero vamos a recuperar nuestra cosmovisión y nuestra lengua»
– Por eso se mezcla tanto el conflicto. Dice Jesica.
– Pero nosotros tenemos otra visión, entramos ahí para recuperar la tierra, no para sacar euca. Entonces cuando él dejó eso en claro mucha gente se fue. Y ahí seguíamos en la ruquita. Y de a poco fuimos saliendo adelante con el apoyo de otras comunidades. Y con el tiempo cada familia se hizo su casa.
De esa casa se tiene que mover si es que se vuelve Machi. Por el tema del espacio, me explica, no va a servir. Es difícil. Pero igual es histórico, este proceso es histórico. Hoy somos cuatro comunidades en resistencia. Cuatro comunidades que estamos en proceso de recuperación de tierra de manera consciente y estamos peleando a la forestal.
Parte de todo este conflicto se encuentra judicializado.
De hecho mi wentru tiene dos denuncias de la forestal pidiendo que salgamos. Y no estamos dispuestos a salir entonces lo más probable es que va a llegar la repre y veremos con lo que va a pasar.
– ¿Cuentan con redes de apoyo?
– Si, pero ellos vienen un tiempo y luego se van. Al final los que estamos siempre somos nosotros, los que tenemos que lidiar con drones, con avionetas arriba del techo de nuestra casa, que a veces no tenemos privacidad, tenemos que vivir la repre de esa manera. En mi casa a veces se estacionaban camionetas sin patentes, a veces nos seguían. El anteaño pasado yo arrendaba un kiosquito en Arauco, uno chiquito que me habían dado para vender mis artesanías y a veces se estacionaban camionetas de la forestal en frente de mi kiosquito, eso es hostigamiento.
– Eso es lo que hace la forestal. Dice Jesica
– Teníamos que ir a buscar siempre a mi hijo. Los niños no pueden quedarse solos. Mi esposo no puede andar solo. De repente desde camionetas de forestal le gritaban a mi cuñado «te vamos a matar» a ese nivel. O iban al campo y en el camino se le cruzaban las camionetas de forestal, amenazas. A mi otro cuñado en el campo una camioneta de forestal lo chocó y lo trató de dar vuelta lo empujaba para tirarlo. Después iban para las trancas, una vez yo estaba con mi cuñada y llega una de esas camionetas gigantes que no sé qué marca son, y aceleraba ahí en la tranca. Y salgo yo con mi niños y les empiezo a tirar piedras «se van» y se fueron. Pero era cosa de todos los días el amedrentamiento, los drones, todo. Uno no está seguro en su casa. Cuando pasó lo de Tomasito nosotros andábamos con tanto cuidado por los niños. A nosotros también nos puede pasar algo. Ahora no pueden jugar libremente en el campo. Siempre donde nuestros ojos los vean porque no sabemos cómo está actuando la forestal y los contratistas disparan. Una vez le dispararon en la rueda de la camioneta de mi cuñado. ¿Qué pasa si le hubiesen disparado a una persona? Esa es la forma de operar. Uno no anda libre.
– Cuando estábamos en plena lucha le gritaban a mi hermano le decía «sabemos donde vives, quienes son tus hijos» todo se lo gritaban los pacos en este caso. Cuenta Jesica la experiencia de su familia.
– Y los forestales no se quedan atrás. Decía que iban a violar a las lamuen, y refiriéndose a una abuelita dijo «a esa también me la culeo», a una papai, a una abuela. Y con ese tipo de amenazas uno tiene que vivir y tenés más que hacer que estar en la lucha. ¿Y por qué no quieren perder eso? ¨Por el parque eólico que se viene. El parque eólico ya está aprobado. Es de la empresa Angelini. Cuando se fue Piñera quedó aprobado. Y le valió madre que hubiera un rewe, que hubiera gente viviendo, que hubiera cementerios con nuestros seres queridos ahí. Ese arque eólico quiere pasar por un parque nacional que está organizado por gente mapuche. A ellos no les importa nada. Quieren entrar a mi lov y pasar por la mitad del rewe, donde nosotros hacemos las ceremonias. A ellos les vale madre. ¿Qué va a pasar en nuestra espiritualidad? Se va a secar la tierra más de lo que está, van a morir aves, va a haber ruido siempre, es una violencia. Retoma Karen.
En este punto de la conversación les pregunté: ¿Por qué es tan importante defender la tierra y por qué es tan importante defender la espiritualidad mapuche? Y sus respuestas bien podrían ser parte de un manifiesto a favor de la vida.
– Porque nosotros somos Mapuche y el mapuche sin tierra muere. Responde primero Jesica.
– Somos parte de ella. La tierra es algo vivo que tenemos que proteger porque de ahí tomamos agüita, de ahí sacamos todo. Nosotros como mapuches, gente de la tierra, tenemos el deber ancestral, histórico de protegerla.
Y lo vemos como el cuidado sólo de la gente mapuche, también lo vemos al campesino chileno, a la gente pobre. ¿Crees que la luz que saquen del parque eólico va a ser para la gente pobre de Arauco? Esa luz va a ser para las grandes empresas. Nosotros protegemos. Porque en todo eso tenemos gnem, espíritus protectores. Porque sin esa agua no va a salir el lawen, ¿y qué hacemos nosotros sin el gnem, que es nuestro remedio? Nuestra medicina ancestral. ¿Qué hace una Machi sin su espíritu?
– Nosotros, en el caso de la conciencia que nosotros tomamos, en el caso de los que estamos ahí, si nosotros no lo hacemos también va a repercutir en nosotros, en nuestra espiritualidad, no vamos a poder vivir. Con lo que yo sé ahora, con la conexión que yo tengo con el lugar dónde yo estoy, si yo abandono eso, yo no voy a poder vivir en la ciudad tranquila. No voy a poder, me enfermaré o me pasara no sé qué. Soy parte de ahí, no puedo abandonar eso, y eso también trae males para nosotros. No podemos abandonar nuestra tierra. Porque hasta la sangre de nuestros antepasados. Habla Jesica desde lo profundo de su alma. Arauco es una zona de sacrificio donde hubo mucha muerte, de lamuen.
– Nosotras estamos en zona de sacrificio, tenemos celulosa al lado que contamina el mar, que contamina las aguas, el aire. Y como te decía, no solamente los mapuches, sino el campesino que vive de la chacra, de la siembra, del eucalipto, el monocultivo está haciendo estrago con nosotros, como dice la lamuen, es una zona de sacrificio. Porque está perdiendo el agua, sus animales. Explica Karen.
El eucalipto seca la tierra. Y su uso lo ocupa forestal. Si te ven a ti sacando o vendiendo eucalipto te demandan.
– Cortar un pino equivale a diez millones de pesos, por lo tanto sería robo a la forestal. Aclara Jesica.
– Todo está plantado, todo tiene monocultivo. Esta tierra está sobreviviendo con esa fuerza de seguir adelante. Y si nosotros no hacemos algo no sé qué va a pasar con nuestros hijos. Y nosotros llamamos también a la conciencia del winka.
Hay chilenos que igual son conscientes y ven la necesidad, la importancia del agua, la importancia del nativo también. Y el nativo se resiste a morir.
Yo todo este tiempo que andaba con el proceso de mi lawen, a veces hay machis que me piden mucho lawen que yo les tengo que llevar.
– ¿Dónde lo encontrás?
– Casi todo lo encontré allá dónde yo estoy. Y de repente encontré un lawen que está muy escaso en muchos territorios y nosotros no sabíamos que estaba. Y mi wentru andba recolectando lawen y de repente dice que lo encontró. Y también dónde yo estoy es un chanchen, que es un lugar sagrado para nosotros, entonces no puede ser intervenido. Es sagrado.
– ¿Por qué es sagrado?
– Es un lugar donde el mapuche se iba a refugiar, tiene un significado super importante para nosotros, entonces ¿cómo no defenderlo? ¿Qué le voy a dejar yo a mis hijos? ¿Qué enseñanzas les voy a dejar? ¿La pobreza? Sería como morir espiritualmente, seríamos mapuches sin identidad, sin nada.
– Despojados.
– Si, pero despojados del alma. Aclara Jesica
– Y se caería en la flockloriación del mapuche. Hay harto mapuche en la ciudad también pero no tienen la espiritualidad conectada con la tierra algunos, entonces sólo van a ciertas cosas. Y los convocan para ciertas actividades y van de manera folckórica para mostrar que hay una pseudo-interculturalidad en la municipalidad. Y eso lo hace la CONADI también con pueblos originarios, entonces es como «démosles este espacio a los mapuches» Yo leí una historia muy fuerte para mí, porque decía que Pinochet se ponía mantas, convocaba. De hecho se autodenominó futalonko, que ni siquiera existía esa denominación en ese tiempo. Cada lonko era de su propia comunidad, por lo tanto no había uno que superaba a todos, y el se denominó como el lonko de todos. Eso es fuerte porque es la desconexión total.
– No sé si conocen a Silvia Federici, ella escribió un libro que se llama «Caliban y la bruja». Digo esta frase a modo de introducción de lo que quería decir y sin ser mi propósito nos metimos un tema bien interesante para seguir cuestionandonos y aprender de otros modos: los feminismos.
– Yo la amo a la Federici. Interviene Paula. Es como mi base, ella es super marxista y le puso lo que le faltaba al capital de Marx que es el trabajo doméstico no remunerado y lo conceptualiza y explica que es lo que sostenía al capitalismo.
Y así sin buscarlo se introdujo el tema de los feminismos lo que dio lugar a descubrir su postura al respecto. Te invito otra vez a escuchar otra postura al respecto.
– Nosotras tenemos una posición quizás difícil de entender para el chileno común, porque siempre se dice que el mapuche es machista, que la mujer mapuche es sumisa es por eso que tanto movimiento que se dice feminista, porque ahí depende de cómo ve uno el feminismo también, porque hay muchos conceptos. Y a veces llegan a las comunidades a imponer tu forma de pensar. Creo que en el mundo hay que ser tolerantes, pero si tu llegas a un lugar que no es tuyo a imponer ciertas conductas o tus pensamientos, ya estás fuera de lugar. No podés. Y nos ha pasado, han llegado niñas feministas. Para nosotros el rol de la mujer es muy importante, incluso más que el del wentru. Y el mapuche lo entiende así, el hombre lo entiende así. Porque el hombre mapuche no ve a la mujer como su esclava, o la cocinera, nosotros tenemos claro cuál es nuestro rol como mujer. Si claro, cocinamos porque es un trabajo muy especial. Las mujeres mapuches tenemos voz y voto. Nuestros antiguos dicen que nuestro buen consejo es el más sabio. Anticipa Jesica.
– Creo que hay una falta de mirada para comprender que las comunidades por más que hay diferentes roles, no están necesariamente reproduciendo la lógica capitalista. Creo que el trabajo que hacen las mujeres mapuches es valorado por el hombre mapuche y esa es una gran diferencia.
– Las mujeres mapuches estamos enfocadas en criar de manera consciente a nuestros hijos. Yo tengo un niño de seis y otro de once. Siempre tuvimos una educación abierta con mis hijos, y ahora veo los frutos en mi hijo mayor. Yo pasaba más tiempo con él pero no por obligación sino porque uno lo considera así. ¿Se han dado vuelta los roles? Si, porque cuando mi wentru estuvo sin pega, yo he salido a trabajar. Y mi wentru ha hecho el mismo trabajo que yo. Porque somos una familia, porque nomos compañero y nos apañamos en el mismo sentir, en el mismo pensar. Explica Jesica sobre las mujeres mapuches.
– Hay un respeto mutuo. No te sientes menos. Acuerda Karen. Y mi wentru no va a ser menos wentru porque cocine o lave la loza. ¿Me entiendes? Somos un complemento. Por eso, como te digo a varias miradas del feminismo. Yo no sé si me considero feminista, pero si está a favor de la igualdad en la forma occidental por decirlo de alguna manera, que es una vida muy distinta a la que vive el mapuche. Pero como también estoy metida en el mundo winka leo ciertas cosas y digo está muy bien lo que las chicas piden.
– Hay luchas que tienen sentido en determinados territorios que en otros territorios no son. Cada territorio tiene su problemática y su modo de resolverla también y no sirve replicar, les comento yo.
– Hay algo que es muy importante, que yo creo que es lo más importante como mapuche, y es que existe la dualidad. El rol de la mujer es tan importante y no menos, porque nosotros somos dual. Por ejemplo, en determinadas situaciones siempre tiene que haber la misma cantidad de hombres que de mujeres para que haya igualdad, porque sino no hay equilibrio. Cuando saludamos lo hacemos en hombre y mujer porque entendemos que hay dualidad. Mujer y hombre. Hace tiempo atrás con una amiga empezamos a averiguar sobre el machismo de los mapuches. El mal llamado machismo. Y empezamos a averiguar, a charlar con gente más antigua, con gente que tenía mucho conocimiento. Ellos recordaban que sus abuelos nunca fueron así. ¿Por qué después se fue dando eso? Porque llegó el chileno, el trago, ideas distintas, llegaba el hombre curado, y fueron costumbres distintas. Si hay cosas que son muy marcadas, por ejemplo nosotras no tocamos la tutuca, no tocamos instrumentos de viento, porque dicen las machis que los instrumentos de viento afectan nuestro útero, nuestra matriz. A hacer esa fuerza te afecta, por eso nunca se tocó. Tocamos otros instrumentos. Otro ejemplo, las mujeres nunca jugaron palin. Es un juego que se pega a un pelota con el palo.
– Tiene un significado, se hacía como preparación antes de una guerra. Aclara Jesica.
– Las mujeres nunca jugaron por protección. Pero hace cuatro años hicimos una organización y los chicos hacían entrenamiento de palin, y no faltaba la lamuen que llegaba. Y tuvimos conflicto porque nosotras no íbamos a enseñar palin a una lamuen, pero ellas decían que era feministas, pero yo les explicaba que la organización ya tiene su mirada y que no se iba a jugar con mujeres. A veces se iban enojadas.
– En conce hay mujeres que se juntan a jugar. Pero yo me di cuenta que ninguna de ustedes toma el wiño. Dice Paula.
– Lo tomamos pero para defendernos de los pacos. Responde Jesica y todas nos reímos.
– Quizás en otros territorios hay mujeres mapuches que juegan pero en este territorio no. Aclara Karen. La espiritualidad es muy difícil de entenderla. Es muy de ciudad de decir que esa conexión no existe. Uno tiene que mirar el trasfondo para ver el beneficio.
– Volviendo a lo que quería de decir de Silvia Federici, que me acordé cuando mencionaste la folcklorización del mapuche, es que ella dice que muchas prácticas espirituales vinculadas a la tenencia de la tierra en algún momento fueron prohibidas y hasta se mataba a las personas que continuaban con esas prácticas. Pero ahora el capitalismo ha avanzado tanto que se permiten los rituales y ceremonias porque ya no impiden que el desarrollo capitalista continúe. Ella tiene una frase que dice algo así «hasta la persona más espiritual del mundo, después hacerle un ritual a la luna, el lunes a las siete de la mañana igual va a ir a trabajar». Por eso creo que la respuesta sigue siendo territorial, no queda otra que volver a los territorios. Porque es esto lo que yo veo que les está pasando a ustedes y no voy a venir yo a contárselo, pero cuando hay una verdadera práctica ancestral y espiritual territorial el capitalismo realmente se sacude y no lo puede permitir.
– Por eso ahí aparece la discusión entre mapuches, porque hay mapuches en la ciudad que no les queda otra que ir a trabajar porque si no de qué van a vivir, no pueden hacer una chacra en el patio de su casa. Entonces es difícil tener un discurso de autonomía y de no al capitalismo porque están inmersos. Distinto es el discurso de quienes vivimos en el campo. Mi wentru ha tenido que dejar su trabajo para estar dedicado a la lucha, a tener el tiempo. Y virar toda su vida por esto. Esto necesita del tiempo. Tu no puedes pedirle permiso a tu jefe. Fue una decisión hacerlo y que yo me haga cargo de lo material. En un comienzo me hicieron la cruz, no me dieron más trabajo por estar en una recuperación.
Yo trabajaba en el sistema público de educación como psicopedagoga.
Y después una lamuen me ofreció una pega que tiene que ver con conadi, como educadora tradicional mapuche. Yo lo pensé mucho, porque era de conadi. Y decidí tomarlo. Son cinco meses al año. Y yo le dije a mi jefa, que es una lamuen también, «yo estoy en este proceso, pienso de esta manera, no estoy ni ahí con conadi ni con el gobierno, si ustedes me quieren aceptar mi trabajo así bien, pero después no me cuestionen y tampoco me voy a prestar para la foto para lo eventos, si tu me permites trabajar de esa manera me quedo» Sabes que si se me respetó, y ya llevo como cuatro años y hasta el momento sigue todo bien. Nunca me han obligado a hacer nada, saben mi forma de pensar. Ella lo ha entendido y respetado como mapuche que es. Y no tengo problemas. El año pasado hicimos una intervención con una lamuen para el día de la mujer mapuche en un centro cultural, y las otras educadoras tradicionales que hay me querían sacar porque decían que yo no estaba capacitada para trabajar con niños. Y no lo lograron porque me mi jefa me entiende y estaba conmigo. Es que ella es lamuen y las otras viven en la ciudad. Mi jefa me respaldó. Pero no sé cómo seguirá en el año que viene, todo va a depender de como me vaya en la ceremonia. Pero uno vive así el hostigamiento, incluso de mapuches. Y eso es lo más difícil. Como te decía somo treinta y ocho comunidades pero sólo cuatro estamos en recuperación.
– ¿Y las otras como son?
– Son institucionales y van negociando. Me aclara y sigue con su relato. Entonces en ese centro cultural hicimos una intervención para hacer visible que había una lamuen en huelga de hambre en la cárcel y que habían violentado a unos niños, y había lamuen ahí, esperando que les den su regalito por el día de la mujer mapuche y cuando hicimos esa intervención, se reían de nosotras, una me dijo «eso les pasa robar tierras», una lamuen que estaba sentada ahí esperando su regalito, y que después ponen música y se ponen a bailar en un escenario. Y la alcaldesa que dice ser mapuche me decía «ahora no lamuen, ahora no es el momento»
– ¿Y cuándo va a ser el momento? Pregunto yo sin buscar ninguna respuesta.
– Hay muchos que usan su apellido mapuche para eso.
– No entendieron. Se lamenta Jesica. Eso hace el capitalismo.
– Celulosa invierte, hacen caminos, centro culturales y un montón de cosas para tenerte contento con las cosas materiales.
– Y así nosotros nunca vamos a ser visibilizados.
– ¿Cómo piensan ese vínculo con mapuches que están confundidos por decirlo de alguna manera? Les pregunté y me quedé muy maravillada con la entereza que abrazan la dificultad de sostener el respeto. Siento que es uno de los grandes aprendizajes que me he llevado: respetar siempre la opinión de otro, la opinión de otra.
– Es difícil, pero respetando. ¿Qué vamos a hacer? Es una gran pena para mí también. No lo entiendo. Es una tristeza ver cómo están. Responde Karen.
-¿Cómo se imaginan estos territorios que ahora están en recuperación dentro de diez, quince o veinte años? ¿Qué visualizan? ¿Qué sueñan?
– Es muy distinto lo que vemos de lo que soñamos. Dice Karen un poco con pena un poco con humor. Está muy complejo el panorama acá lamuen, porque volviendo al tema del capitalismo, está fuerte. Estamos en una zona de sacrificio lamuen, estamos en el corazón de Arauco. Nosotros estamos peleando con un monstruo. Nosotros los mapuches, con un par de wiño, estamos peleando con un mosntruo. Es una trasnacional. Y hay mucha gente que respalda eso. Nosotros no lo vemos de una forma individual, sino colectiva, generacional, nosotros no queremos dejarle pobreza a nuestros hijos.
– Conciencia les queremos dejar. Dice Jesica.
– ¿Qué hace falta para que sea como lo sueñan y no como se la ven venir?
– Conciencia. Sin conciencia no se puede actuar. Enfatiza Jesica
– Hay una lucha, porque nuestros hijos van al colegio, entonces en el colegio cuentan una historia muy distinta y de parte nuestra tenemos que contar nuestra versión para que puedan entender. Es un trabajo doble el que hay que hacer. Soñamos ver nuestra tierra libre de monocultivo, poder hacer nuestra vida en ella, tener nuestros hogares establecidos, tener agua, sacar de la tierra lo que necesitamos, la protección de todo lo que hay ahí. Eso esperamos. La autodeterminación totalmente de nuestro pueblo, la libertad. Porque ahora quieren el exterminio total de lo que somos, de nuestra identidad. Desde que llegó el colono, el estado ha intentado sacarnos, hacernos invisibles, que no existamos, imponiendo la educación, la religión, disminuyéndonos, haciéndonos menos, y eso nosotros lo vivimos. A mi me hacían sentir que que por ser mapuche no valía como el resto. No éramos igual al chileno, éramos un poquito más que un animalito. La discriminación era muy fuerte.
Yo veía cómo humillaban a mi lamuen, a mis compañeros que eran mapuches. Yo viví cómo se reían de ellos.
Superar todo eso ha sido una lucha. Por eso el mapuche tiene esa rebeldía para sacar eso dentro de él, yo nunca me sentí menos aunque me querían hacer sentir menos. Yo siempre supe que por mi venas corría sangre mapuche y yo sabía que eso me hacía fuerte, distinta, con otra visión de las cosas. Y no pudieron matar eso en mí. Yo tenía que llegar a dónde llegué.
Mi lamuen tiene un ngen super fuerte. –Dice refiriéndose a Jesica.
Y yo no lo tengo. Me gustaría tenerlo, pero no lo tengo. Pero ella es realmente admirable. Ella es otra.
– ¿Cómo es esa otra?
– Ella no tenía miedo lamuen, no tenía miedo de pelear con lo pacos. A ella la agarraron los pacos y ella andaba arriba del carro, saltando de rueda en rueda. Así era mi lamuen, de verdad era admirable.
– ¿De dónde te viene esa fuerza?
– De la rabia y por hacernos creer que éramos lo que no éramos. Que éramos débiles, pobres, borrachos, lo peor. Y esto era de los mapuches, esta es la tierra dónde podía haber crecido mi padre, dónde podría haber crecido yo, dónde podrían estar mis hijos, dónde podríamos haber tenido una vida muchísimo mejor que la que tuvimos. Entonces eso, y defender lo que era de mi familia y defender mi espiritualidad, en lo que yo creo, en lo que yo sentía. Yo no te puedo explicar lo que es ser mapuche. Es muy difícil de explicarlo. Tu sientes que eres mapuche. Te lo dice el corazón y las conexiones que tú tienes. Yo creo que lo tenía desde pequeña, con esa rebeldía que tenía de no dejarme pisotear por nadie, yo no lo permití. Yo tengo esa fuerza y ese ngen dentro de mí todavía.
– Una mujer mapuche es fuerte, lamuen. -Retoma Karen. Su ngen es fuerte. En general la mujer mapuche es luchadora, lleva ese weichan en la sangre. Y nos queda mucho trabajo en adelante. De manera individual también, porque tenemos que crecer de manera individual primero para ayudar al resto. Yo no puedo ir a hablarle a una persona si yo no lo hago o no lo pienso o no lo siento. Uno tiene que ser responsable en eso. Hay que entender muchas cosas. La vida mapuche es complicada. Porque uno tiene que volver a lo antiguo, porque si no vuelves a lo antiguo no vas avanzar. Aunque suene medio extraño, uno tiene que volver a lo antiguo en cuanto a las prácticas, en cuanto al conocimiento, en cuanto a todo y respaldarnos en lo ancestral. En lo que nos decían nuestros antiguos, nuestros ancestros. Y sin eso es difícil avanzar en esta vida. Entonces tenemos harto trabajo. Se nos vienen momentos muy duros, muy complicados. Porque va a llegar la repre, el winka, el estado. Esperemos que nunca haya una muerte. Si bien los wentru dicen «estamos dispuestos a ir a la muerte» pero sería un golpe super fuerte que un lamuen muera en manos del estado. Y eso creo que nos haría tener más rabia, más rencor. Si yo veo que matan a mi lamuen mi ngen va a ser desde la rabia, y cuando uno tiene rabia a veces no razona. Esperemos que no pase nada de eso. Pero sí se vienen tiempos difíciles. Ahora estamos esperando la resolución de un ente fiscalizador internacional de los forestales que dan las patentes a las empresas que extraen materia prima. En las próximas semanas se va a ver si aceptan las torres eólicas.
– ¿Cómo se están preparando para ese momento?
– Conversando para ver qué medidas tomar. Siempre se llega a la conclusión de la resistencia. Si lo podemos parar de alguna manera legal lo haremos, y sino la resistencia. Responde Jesica y me hace reflexionar sobre la importancia del diálogo y el darnos tiempo para escucharnos.
Lo que más me gustó de su respuesta es la fuerza que toma la palabra, como creadora, como generadora, como sostenedora.
– Lo vemos complicado nosotros, porque todo es a favor de ellos. Hay informes antropológicos que a ellos no les importa. Dice Karen. Todo es por el desarrollo y todo vale dentro del desarrollo. Y para ellos nosotros frenamos el desarrollo. Arauco piensa así. Y no hay un beneficio para la comunidad. Se ve complejo el tema. Y depende mucho de que me pase a mí. ¿Qué voy a hacer yo sin la tierra?
–No hay que perder el ngen nomás. El tesoro nuestro es la tierra. Nosotros no construimos grandes pirámides ni nada. Nosotros lo que queríamos era la tierra. Vamos a luchar siempre que podamos. Determina Jesica.
– Hace unos años, antes de empezar el proceso de recuperación, hará unos seis o siete años atrás, una lamuen empezó a tener peumas, y entonces empezamos a visitar a un machi, y ese machi nos hizo una ceremonia en la que su espíritu se conecta con el espíritu de acá y entonces nos pidió que lleváramos agua y tierra. Y fuimos varios lamuen allá y el lamuen hizo la ceremonia. Y él se conectó con los espíritus y él decía que los espíritus de guerra pronto se iban a levantar y los espíritus del lugar estaban pidiendo ayuda porque se venía algo fuerte. Eso fue antes de saber del parque eólico. Nos dieron toda la indicación. Y duramos un par de meses haciendo ceremonia. Y luego se desarmó ese grupo. Y cuando vino el parque eólico se nos vino a la mente lo que nos decía el machi. Y hasta ahora estamos así. Y cuando fue la repre donde la lamuen fue la primera repre fuerte en el territorio. -Cuenta Karen.
– ¿Cuándo fue eso?
– El año pasado, en noviembre de 2022. Nosotros entramos en el territorio en agosto y en noviembre fue la repre. Noventa días con los pacos ahí. Recuerda Jesica.
– Y cuando nosotros vimos la repre ahí, porque nunca había llegado una repre tan fuerte y nosotros mirábamos a la lamuen, a otras lamuen, viejitas que andaban con su wiños, y retando a los pacos. Y yo decía ahí está el levantamiento del weinchampo, que hace tantos años atrás nos anunciaba el machi. Y ahora se está cumpliendo. Y pese a miedo y todo era felicidad. Porque yo miraba a mi lamuen defendiendo el territorio, nuestra cosmovisión, nuestro ser mapuche. Los viejitos y las viejitas con wiño y con piedras porque esas son nuestras armas. Pero la tele dice que los mapuches somos terroristas. Y yo veía los viejitos. viejitos que a penas caminan y andaban ahí diciendo «¡salga de aquí!» Y cuando tu mirabas eso o los lamuen que son más jóvenes también yo miraba y me daba ese orgullo. Porque defiende lo suyo. Defienden nuestra cosmovisión. No están ahí para divertirse. Defendemos algo que a nosotros nos parece justo, que es nuestra vida, nuestra esencia. Es lo que corre por nuestro corazón, nuestros pensamientos. Eso todo. Por eso frente al miedo y la incertidumbre te daba esa alegría. Y acordarnos que se iba a levantar el weichampu. Había jóvenes, hasta los niños. Hasta los niños andaban «váyanse de aquí» con su cartelito. Hasta mi hijo andaba con su wiño ahí. Es una alegría eso igual. Todos tenemos discusiones porque todos somos distintos, pero en el momento en que se necesita estamos todos juntos. Y eso es valorable. Todas las personas podemos tener distintas formas de creer, de pensar, pero en el momento que se necesita ahí estamos todos. Yo voy a estar igual, aunque me hayas mirado feo. Y de eso se trata también la unidad de como mapuche y eso igual nos ha hecho avanzar con el tiempo. Y eso es lo que nosotros tenemos que entregarles a mis hijos. Esa conciencia. El día de mañana yo no voy a estar, no va a estar su papá pero van a estar ellos. Y ellos ya tienen esa semillita. Y pese a la poca edad que tienen ellos hacen resistencia. Mis hijos iban con el pelo largo al colegio. Ellos no hacen nada chileno en el colegio, le modifican todas las actividades.
– ¿Por ejemplo?
– Por ejemplo lo más básico que es el dieciocho de septiembre que es el día de la patria y toda la cuestión que te obligan a pintar la bandera, a cantar el himno nacional y todo eso, mis hijos no hacen nada de eso. Las profesoras sí o sí les tienen que modificar las actividades. Yo eso lo dejé claro el primer día de clase.
– ¿No se reconocen como chilenos entonces?
– Mis hijos no, y nosotros obvio que tampoco. De hecho ya estoy pensando en sacarlo del sistema escolar el otro año. Porque para mi la educación winka no le va a enseñar nada que no le pueda enseñar yo. Y pueden rendir libre.
En lo que es historia les hablan de que los pueblos fueron. «Los mapuches estaban, los mapuches vivían, los mapuches comían». Y mis hijos a veces tienen que disertar y siempre hablan de ser mapuche. Por ejemplo tenía que hablar de un animal y dijo «voy a disertar sobre el manke. ¿Saben qué es el manke? Es el cóndor» Y así les habló del cóndor. Porque él se llama Aucamanke.
– ¿Qué significa?
– Cóndor libre. Y el mayo es Makelef, cóndor veloz. Y así hacen mis hijos. Si por ahí tienen que cantar una cueca cantan una en mapuche, y así hacen. Igual como papás los respaldamos.
– ¿Cómo es el tema del pelo largo para los mapuches?
– El pelo igual es importante para nuestro ngen.
– ¿Es la fuerza?
– Es nuestro ngen y es importante. Pero eso no quiere decir que si tienes el pelo corto eres menos mapuche, no tiene que ver. Generalmente la cultura es con el pelo largo, las mujeres también, el pelo largo sin teñirnos el pelo.
– ¿Usan trenzas también?
– Si. De repente cuando llega una niña más joven por ejemplo con el pelo verde, y llegan con la papay, ¡chuta! La papay te mira no más. O con los aros. Yo tenía más aros. Tenía aros hasta acá arriba.
– ¿Por qué te los quitaste?
– Por respeto. Su respuesta simple y sincera me conmovió.
– Yo tenía un piercing aquí. ¿No ves que tengo la cicatriz?
– Yo igual tengo dos cicatrices, uno en cada hoyo de la nariz. Cuenta Paula y nos reímos otra vez.
– ¿Y por qué no se usan los piercings?
– Porque nuestro pueblo nunca usó nada en la cara. Ni pintura ni nada. Responde Jesica.
– Yo no me lo quería sacar. Y la machi me dijo, si no te lo sacas tu, te lo van a sacar. Karen cuenta lo que le pasó. Y un día estaba en la casa jugando con el Aukan en la cama y sentí un ruidito y de repente siento que algo me corría aquí. ¡Sangre, sangre! Me decía en Aukan. Mi piercing. Y hasta el día de hoy nunca lo encontré. Pero yo no me lo saqué, ni nadie me lo quito. Y ahí me quedó la cicatriz, ¡con lo que dolió! No duré ni un mes con el piercing. En ese tiempo me había teñido el pelo fucsia aquí abajo. Nunca más me teñí. Yo igual me quería rapar un poco. Uno tiene ese rollo dentro. Pero bueno, estamos en esta y hay que darle no más.
– La convicción ya está. No hay un pie atrás. Vuelve a sentenciar Jesica.
– Estamos aquí por convicción, y eso hace que no nos puedan sacar. Siempre se lo dijimos. Estamos aquí porque nosotros queremos. Porque esto era de nuestras antepasadas y vamos a hacer lo que hay que hacer que es cuidar y proteger a nuestra madre tierra para que no sea destruida. Como decía la lamuen, el panorama se viene complicado, no sabemos en qué va a terminar, pero sí tenemos claro que no vamos a dejar la tierra.
– Lo único que tenemos claro, es que no vamos a dar pie atrás.
– Hay algo que pregunto siempre es, que todos tienen una manera distinta de responder: ¿Cómo se defiende la tierra? ¿Qué se necesita para defender la tierra?
– Con la protección espiritual. Dice Jesica.
– No viéndola como un bien o un recurso. Con amor. Amándola. Y también entendiendo que si no fuera por ella no estaríamos acá. Es que el mapuche es así. Yo creo que fuimos creados para protegerla. Porque yo he leído que antiguamente había muchos lonkos que fueron invitados a Perú, antiguamente. Los incas querían que nosotros los defendiéramos a ellos. Entonces vinieron acá a conversar con nuestros lonkos y los invitaron allá para que fueran a ver las maravillas que ellos estaban construyendo. Y los lonkos fueron y volvieron convencidos de que lo que teníamos acá era mucho mejor. Y acá nosotros no vemos pirámides, no vemos ciudad, no vemos nada. Entonces eso es lo que protegemos nosotros. Entonces también a uno lo hace pensar que si ellos vieron esa riqueza, que quizás nadie la ve, que dicen «no le sacan provecho, que el progreso» pero para nosotros es eso, la tierra es un tesoro, es lo más importante que tenemos. No podemos dejar que siga sacrificándose. Y por eso no somos muchos los que nos levantamos, tenemos esa convicción y esa visión también, porque si no tuviésemos esa visión no podríamos defenderla en comunidad con los lov que estamos. El mapuche es complejo y también es difícil de explicar. (risas) ¿Cómo explicas lo que sientes? En otra ocasión me pidieron que defina qué es ser mapuche, pero ¿cómo lo defino? Yo lo siento. En mi, en mi sangre, en mi corazón. Y eso te puedo decir. Soy mapuche. Dice Karen.
Para ir terminando nuestro encuentro les pregunté cómo es ser mapuche hoy.
– Ahora es difícil ser mapuche. Es complicado. Es difícil pero es muy lindo. A mí me gusta. Pero no cuando me levanto temprano, eso no me gusta. Y nos hizo reír otra vez.
Entonces les pregunté a qué hora se levantan los mapuches.
– Es que cuando hay ceremonia hay que levantarse como a las tres de mañana para empezar como a las cinco. Eso no me gusta de ser mapuche. Dice riéndose. Pero en general es bonito porque uno conoce gente muy hermosa. Con mucha conciencia. Mucho conocimiento. De repente conoces gente tan linda que no quieres dejar de conversar con ellos, porque tu aprendes, porque tu corazón queda contento, porque te llenan de energía, para tu seguir, para seguir averiguando, para seguir aprendiendo. Es lindo porque comparten, te das cuenta que el egoísmo no está, porque tu traes una cosita, otro trae otra cosita, intercambiamos y tomamos mate y nos reímos. Hacemos buenas amistades. Es bonito porque conoces lugares hermosos, otras comunidades, otras realidades, haces lazos. Haces alianzas, redes de apoyo. Porque una lamuen es seca para una cosa, otra lamuen es seca para otra cosa y juntos nos complementamos y eso es bonito. Es bonito coincidir con esa gente en el camino. Es un poco complejo, porque cuando tu decides llevar la vida mapuche, como te decía antes, es volver a lo antiguo. Entonces es despojarte un poco del capitalismo, de las cosas winka, del carrete, del individualismo. Porque ya no piensas como tu y tu familia no más, piensas como tu lov, como tu comunidad, como tu territorio. Entonces mi bienestar, ¿a costa de qué? ¿Entiendes? Eso es aprender a pensar por el otro. Empezar a aprender a andar sin esperar nada a cambio también. Que eso es muy importante, es muy bonito, es muy reconfortante y como persona nos alimenta. Despojarte también de formas de pensar, porque en la ciudad te inundas de ese pensamiento que es capitalista. Pero cuando empiezas a ser consciente de las cosas decís «no es tan así». Podés vivir de otra manera. Una manera más sana, cambiando tu alimentación. Cambiando tus amistades también. Cambiando tu forma día a día de llevar las cosas. Porque si antes estabas todo el día pegada a la tele, ahora se te va a llenar el corazón. A veces uno se mueve en un ambiente tóxico también, entonces todo eso te cambia. Al elejir vivir la vida mapuche tienes que dejar esas cosas. Irte al campo a aprender a ver la luna, a aprender a ver si va a llover o no va a llover, aprender a ver las huellas de los animalitos, es todo un mundo distinto. Y a mí me cuesta mucho porque yo nunca había vivido en el campo, me cuesta reconocer lo árboles, las aves. Yo sólo iba de pasea al campo. Pero si tengo a mi compañero que vivió toda su vida en el campo y él me ha enseñado mucho de lo que ya sé. Gracias a él yo sé lo que sé. Uno aprende a no complicarse la vida.
Paula comenta su experiencia y explica la importancia de no romantizar la vida mapuche.
“Yo vivo en departamento entonces el verano pasado nos vinimos dos meses para acá y no teníamos agua, no teníamos baño, y uno tiene que ir arreglándosela como puede y después de estar aquí y llegar al departamento yo sentía que no era mi casa, porque qué privilegio tener una ducha. Y yo le decía a la lamuen que a veces se romantiza la vida del campo, pero es muy duro también. Y no se entiende hasta que se vive. Igual la resistencia o las comunidades, también se romantiza mucho. Y no se puede romantizar vivir la violencia, no se puede romantizar que haya mapuches que tengan que vivir eso. No se debería ni siquiera pensar.”
– Tienen pensado exterminarnos a nosotros, en hacernos desaparecer, que nuestra descendencia no conozca lo que era nuestra cultura. En agotar todos los recursos naturales. Explica Jesica. Pasamos a ser una molestia muy grande porque defendemos la tierra. Porque sabemos que si no los cuidamos los únicos perjudicados somos nosotros.
– En mi lof yo no tengo luz, no tengo agua. La helada es tan fuerte que me seca las flores, me seca todo lo plantado. Es un resistencia. Porque yo literalmente vivo en la punta del cerro, y es muy lejos. El lof Payacahue. Estoy casi al lado de las nubes. Es complicado vivir en la lejanía. Ni las gallinas ponía huevos. Se nos murieron unos chanchos que teníamos del frío. Es muy helado. Cuenta Karen. Y mientras se está en la lucha no se puede tampoco criar un animal, porque no sabes qué puede pasar. Y las empresas no se van a meter para darnos luz. Y tampoco tengo tres millones de pesos para comprar un generados que alimente toda mi casa. Con suerte vivo. Nosotros vendemos cosmética natural de lo que vamos recuperando de la tierra, aceites esenciales y esas cosas. Y ese es nuestro único ingreso. Y acá la gente está empobrecida. La gente alcanza a pasar el mes, entonces tener muchas ventas es difícil. A nivel país está brígida la situación. Se va a poner más complicado con la ultra-derecha.
– ¿Qué necesitan de los winkas?
– Conciencia. Dice Jesica con total claridad.
– Reconocimiento del pueblo mapuche. Porque si el 1691, pero eso es de la boca para afuera porque no hay verdadero reconocimiento, si hubiera sería muy distinto. Si se supone que hay salud intercultural pero no le dan recursos. Lo mismo en los colegios, hay educadoras tradicionales mapuche pero folclorizan con la educación. Hay mucha falta de respeto. El otro día tuvimos un tugun y un poquito más allá de bajó una educadora tradicional mapuche y su equipo de trabajo va y le dice «chau laumen» y ella dijo «¿Ud vive donde viven estos monos?» Cómo les puede faltar así el respeto, son educadoras también. Yo he tenido muchos problemas en mi trabajo por hacer respetar, yo golpeo la mesa si hace falta. Me he agarrado hasta con la directora. Insisto, la educación mapuche no es la misma que la winka. –Responde Karen.
– A veces escucho desde fuera de las comunidades como un reclamo a que los mapuches no comparten sus conocimientos, que son muy celosos con lo que saben, como una demanda a que compartan.
– Si es verdad, nosotros somos re celosos con la cultura, y yo creo que está bien. Yo a una persona winka no le voy a enseñar ni le voy a contar todo. En el mismo jardín en el que estoy, yo enseño ciertas cosas y lo demás me lo reservo. ¿Por qué yo tengo que contarle al winka sobre mi espiritualidad? Las cosas más internas yo no las voy a decir. Porque creo que no corresponde. Porque si yo lo hago voy a estar faltando el respeto y folcklorizando mi cultura. Mi cultura no se transa ni se vende. Porque tenemos que cuidarlo, porque si nosotros no lo cuidamos puede haber manipulación de eso. Mira, forestal Arauco tiene asesores interculturales también. Personas que se llaman mapuches o dicen ser mapuches que son hablantes, conocedores y practicantes de la cultura y los tienen como asesores. ¿Para qué? Para que vayan a las comunidades, hablen con las personas y negocien. Muchos son trabajadores sociales. Entonces así ocupan a la gente. Es una utilización para sacar un beneficio para ellos más que nada.
Por eso uno es tan cuidadoso con la cultura. Yo a mi gente conocida que no es mapuche no la invito a las ceremonias. Yo soy así no más. Es por seguridad.
– En lo personal me encantó que sean re celosos de su espiritualidad.
En ese momento les comenté: siempre está el riesgo de la apropiación cultural.
– Como dice la lamuen, es difícil.
Ahora sí, la última pregunta. Les pedí me cuente algo que para ellas sea importante contar.
– Yo creo que sería importante dejar plasmado la lucha que tenemos hoy en día contra la forestal y la construcción del parque eólico. Porque queremos que se deje escrito que en el año 2022 hubieron cuatro comunidades, cuatro lof que estaban en contra de este proyecto, y se apruebe o no se apruebe, se hizo lucha, se hizo visible y se vio una vez más el estado racista contra los mapuches del parte del gobierno y de parte de forestal. Esta lucha que hemos tenido y que vamos a seguir teniendo es por la protección de itxolvilmonwen, que es un todo, abarca lo espiritual, lo cultural, lo natural, todo. En esa palabra está incluido todo. Es como «la vida de todo».
Y el nombre originario de Arauco es Rawko. Significa agua agredosa.
– Y ¿Qué sería lov?
– Lo que pasa es que comunidad es una palabra winka, nosotros hablamos de lov, es la palabra antigua. Y bueno ahora también tuvimos que sacar la personería jurídica porque es una estrategia para poder poner recursos y eso. Así que lo hicimos. Porque nuestras autoridades no son reconocidas. Pero es sólo una estrategia, nosotros vamos a seguir organizándonos a la manera antigua. Eso no va a cambiar. Nosotros no tenemos presidente, tenemos werken.
– ¿Cuál es su rol?
– Es un líder, un vocero del lof. Nosotros conversamos y él transmite, tiene la obligación de dar a conocer. Así es más ordenado también. Y siempre se elige a las personas a las que se les tiene más respeto. Se busca alguien que se exprese bien porque eso es muy importante. A veces la mapu los elige.Con mi wentru puede recopilar más información.
Y con esa recomendación se cierra este capítulo y se abre el que sigue.
1 Se refiere al Convenio 169 de la OIT (Organización internacional del trabajo). Que establece entre otras cosas que “ que los pueblos indígenas y tribales deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera”.
En Argentina por aplicación del artículo 75 inc. 22 de la Constitución Nacional este convenio es obligatorio y superior en jerarquía a las leyes nacionales.